La plaza de abastos de Miranda sigue medio vacía de puestos

R.C.G.
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En diciembre se han abierto dos charcuterías pero el recinto mirandés todavía busca emprendedores para once de sus 24 locales. Perdonar el pago del alquiler los primeros meses y las ayudas, no han funcionado

La jubilación de los propietarios ha dejado un reguero de locales que esperan nuevo dueño. - Foto: Jesús J. Matí­as

Alquileres bajos y clientela fija. Las condiciones para abrir un puesto en la plaza de abastos son atractivas, pero aún así son pocos los que preguntan y menos los que se animan a dar el paso. El recinto tiene casi la mitad de sus locales vacíos (11 de 24) y los esfuerzos realizados para atraer emprendedores no han dado resultado. Esta semana el mercado ha sido un hervidero de personas que apuraban las últimas compras navideñas, que este año han bajado por la prohibición de reunirse toda la familia, pero el resto de semanas la afluencia no es tan masiva. 

En los últimos tiempos se ha probado casi de todo para captar comerciantes, hasta regalar los primeros meses de renta. «Nunca ha sido tan fácil abrir un negocio porque el riesgo es mínimo, ya que el alquiler ronda los 200 euros con parte de los servicios incluidos. Además damos todo tipo de facilidades de pago y en algunos casos no hace falta ni siquiera comprar maquinaria para arrancar porque los anteriores dueños la han dejado. Sin embargo, desgraciadamente no vemos interés», lamenta el presidente de la asociación que regenta la instalación, José María Zulueta. 

La actividad comercial de la plaza de abastos no es comparable a la de hace décadas, pero aún así las cuentas cuadran. «Para sacarse un sueldo y algo más sí que llega. La prueba es que la mayoría tenemos empleados», asegura Zulueta. 

Muchos de los puestos llevan toda la vida, por lo que tienen una clientela fiel, algo que también representa un aliciente para quienes empiezan desde cero. «No es lo mismo abrir una tienda en la calle que hacerlo aquí, que sabes que hay un flujo de personas que al menos te va a conocer», afirma Zulueta, que no tira la toalla en el empeño de recuperar el esplendor de antaño. 

Su ilusión se ha renovado este último mes, ya que se han puesto en marcha dos nuevas iniciativas. Ambas son charcuterías, regentadas por personas que ya tenían puesto en el mercado y que han decidido ampliar su negocio. «Estas fechas son muy buenas para empezar pero creemos que nos va a ir bien todo el año, porque cuando ofreces producto de calidad, la gente responde», aseguran desde Charcutería  Ana, uno de los establecimientos que acaba de levantar la persiana. 

La proliferación de supermercados ha restado protagonismo a la plaza de abastos, que durante un siglo fue una referencia en la ciudad. Para competir con las grandes superficies, la mejor receta es la cercanía en el trato. «Aquí viene sobre todo el que quiere un producto más selectivo, de más categoría, y con una atención personalizada», explican desde Frutería Belem, uno de los locales con solera. 

Cuando los comerciantes más veteranos escuchan algunas de las propuestas que se han planteado para reflotar la plaza de Abastos, como habilitar una sala de exposiciones en la segunda planta, no ocultan su sorpresa. «Hay soluciones más sencillas. La zona azul nos mató porque viene mucha gente mayor y también de los pueblos, que ahora se van a una gran superficie porque allí tienen para aparcar. Hay que intentar también atarear a los jóvenes», sentencian.