Lo exótico pende del árbol

S.F.L.
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Aunque sean de origen chino, productores de la comarca consiguen degustar y vender kiwis cultivados en sus huertas

Lo exótico pende del árbol

Cuando uno piensa en el kiwi tiende a asociarlo con un ambiente tropical. A pesar de encontrarlo fácilmente en el frutero de cualquier casa, el consumidor lo considera exótico por venir de tierras lejanas y diferir de los más tradicionales cultivos en España. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, esta fruta también se da en la comarca burebana.

Su planta es originaria de las montañas de China. Llegó a Nueva Zelanda a principios del siglo XX y Estados Unidos no empezó a cultivarlo hasta los setenta. En 1969 cruzó el charco y aterrizó en España, concretamente en tierras gallegas. Hace 16 años su planta llegó a La Bureba, concretamente a Poza de la Sal de la mano de Juan Miguel Santamaría, un comercial jubilado natural de Ubierna, que durante unas vacaciones en el norte del país, quedó asombrado con la cantidad de plantaciones que existían de este fruto.

Al comprobar en primera persona que el kiwi -una de sus frutas predilectas- se daba en zonas con condiciones climáticas similares a la de la villa salinera, se animó a plantar varios ejemplares en la huerta de su casa. Según detalla Santamaría, este árbol «no da problemas y no necesita grandes atenciones» y añade que los suyos se «han adaptado de maravilla y nunca cogen enfermedades». La humedad es una de las características clave de las que no puede prescindir esta planta trepadora, que se asemeja a una parra y resulta muy resistente a las plagas.

Lo exótico pende del árbolLo exótico pende del árbol

Su plantación la conforman diez frutales, ocho hembras y dos machos, y los tienen colocados de manera alterna «para facilitar la polinización». Los aproximadamente 200 kilos de kiwis que recolecta por temporada son totalmente ecológicos. «No suelen tener bichos por lo que no presentan problemas fitosanitarios», indica. Toda la cosecha la destina íntegramente para el consumo de la familia, amigos y vecinos. Asegura que no tiene ganas de plantar más y dedicarse a la venta. «Estoy cansado de trabajar, esto lo hago por hobby», expone.

Granada, arroz y azafrán. Se considera a sí mismo un apasionado de la huerta y le fascina pasar sus ratos libres experimentando con productos cuyo cultivo no resulta el típico en la zona burebana. Se marca sus propios retos y con mucha perseverancia ha logrado que sus  caquis produzcan frutos, al igual que su granado. Pese a que esta especie prefiera los climas subtropicales e incluso semidesérticos, ha superado las heladas de Poza. Comerse una paella con arroz plantado en su terreno se ha convertido en su mayor capricho. Y es que desde hace un año lo persigue. El grano que trajo de Murcia lo plantó en una bañera y curiosamente, creció, pero no se llegó a desarrollar del todo porque lo sembró demasiado tarde. Este año no le pillará el toro y tiene la suficiente confianza en sí mismo como para garantizar que «invitará a su familia a una suculenta paellada», en la que también se utilizará el azafrán que ha cultivado y recogido con suma paciencia. Se da totalmente por satisfecho al conseguir sacar adelante una variopinta producción de frutales y otros productos, teniendo en cuenta que hasta unos años no había pisado un huerto. Al fallecer su cuñado, el de Ubierna tomó el relevo con mucha maña.

La tierra como modelo de negocio. Julián Alarcia y su mujer se dedican al cultivo de frutales en Hozabejas, en pleno Valle de Caderechas. Las distintas variedades de frutales con las que trabajan, les permite vivir exclusivamente de la tierra. Venden su producto en el mercado de Los Carros en Burgos y también poseen un distribuidor en el mercado central de Bilbao. Las cerezas y la manzanas que cultivan la pareja de fruticultores se encuentra dentro de la Marca de Garantía.

A pesar de que la perla roja sea, sin lugar a dudas, su producto estrella, «el kiwi tiene muy buena aceptación». Hace unos años decidieron plantar varios árboles y actualmente recolectan en el mes de octubre o noviembre -depende de como se dé el clima- unos 300 kilos.

Hay que remontarse seis años en la historia para entender el por qué de sembrar este exótico frutal. «A mi familia, sobre todo a mi mujer, les gustan mucho los kiwis y por ese motivo empecé a cultivarlos», declara el productor. La idea la puso en marcha, en principio, para consumo propio, pero tiempo después, al ver que la producción se daba bien, tomaron la determinación de incluir el producto en su catálogo. Además de los productos anteriormente citados, también disponen de peras, melocotones, nectarinas, membrillos, nueces, avellanas, castañas y almendras, entre otros.