De sur a norte con Pirineo

B.A.
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José Gundín atraviesa la península con su caballo para difundir las modalidades ecuestres de travesía y raid y para dar visibilidad al autismo y recaudar fondos para el hijo de un amigo. Estos días ha cruzado la provincia burgalesa

José Gundín y Pirineo descansaron dos noches en Pinilla de los Barruecos, desde donde fueron al Cementerio de Sad Hill y Covarrubias. - Foto: f2studio

Lleva con la piel de gallina desde el 16 de mayo. Ese día partieron juntos de Matalascañas (Huelva) con un destino en mente, la playa de la localidad vizcaína de Abanto y Ciérvana. Unir el Atlántico con el Cantábrico. Recorrer la península de sur a norte. 1.200 kilómetros en 35 días. Pirineo y José Gundín González entraron en la provincia de Burgos hace unos días y lo hicieron por una de las puertas más bellas que tenemos, el Cañón del Río Lobos. «Además de una de las travesías más duras del viaje también ha sido la más relajante», cuenta el jinete, que descansó dos noches en Pinilla de los Barruecos y continúo su viaje por Sad Hill y Covarrubias para ir saliendo de la provincia por el Valle del Ebro. 

Natural de Santurce, José Gundín reside en la también localidad vizcaína de Arcentales, de la que está más cerca. Lleva ya 37 días de travesía y algo más de 1.350 kilómetros, superando el objetivo que se había marcado. No es algo negativo, al contrario. Significa que también ha disfrutado más de lo que había previsto, que ha saboreado momentos que no pensaba que iba a encontrarse y que ha podido detenerse en paisajes que se lo pedían. Y esto es también la riqueza de esta aventura, en la que ha dejado atrás el calor de Extremadura, Salamanca, Ávila, Segovia y Soria, casi siempre a través de la Cañada Soriano-Occidental, la más larga de la península, la única en diagonal y de la que se salió en San Esteban de Gormaz. 

Apasionado de la montaña. Con 21 años y su sueldo de albañil se compró su primer caballo. «Me gusta la montaña y comencé a hacer travesías con él». Fue después cuando se inició de la mano de Manuel Udaeta en el raid, otra modalidad ecuestre en la que se evidencia la resistencia del animal. «Empecé a competir como amateur y en el 2010 y 2011 participé en la denominada carrera más larga del mundo, 500 kilómetros atravesando Andalucía. El primer año me dieron el premio al mejor jinete por carisma y deportividad», comenta Gundín, que ha pasado los mejores veranos de su infancia en la localidad burgalesa de Montorio y conoce muy bien nuestra provincia. «Los ríos Ebro y Rudrón son uno de los paisajes más bellos de la península ibérica», cuenta. 

El jinete se remonta hasta 2005 para explicar como surge este viaje de unir el sur de España con el norte. Ese año hizo su primera travesía larga, desde el Cap de Creus (este), hasta Finisterre (oeste). Lo hizo por el eje axial del Pirineo, por la GR-11. Tres meses de viaje junto a su yegua Sopenilla, que ya tiene 21 años y por entonces estaba preñada de dos meses de Pirineo. «Hubo días muy duros, en los que tenía que ir a pie, y entonces pensé que la próxima travesía sería por un lugar más llano», relata Gundín, que ha estado dos años preparando el viaje que está a punto de concluir y para el que ha contado con patrocinadores, como la Federación Vasca de Hípica. «Con él quiero difundir las modalidades de travesía y raid, que un caballo puede hacer en óptimas condiciones 50 kilómetros diarios», explica el caballista, que asegura que aunque salió con la ruta clara se ha salido en ocasiones de ella para disfrutar de los paisajes, la historia, el arte o las relaciones sociales que le ha ido aportando el viaje. «La gente es nuestra gasolina y no hay duda que hay muchos lugares a los que volveré, como Pinilla». De hecho, uno de sus próximos viajes será recorrer a caballo la comarca de Pinares. 

Con la actual travesía también quiere hacer visible el trastorno del espectro autista, que padece Julen, el hijo de sus amigos Sendoa y Jone, quiénes les gestionan las redes sociales de esta aventura y para quien está tratando de recaudar fondos y ayudarles a financiar las costosas terapias que necesita. 

Este jinete también es un apasionado de El bueno, el feo y el malo. «Cuando me enteré que Sad Hill estaba en Burgos organicé un viaje a caballo desde Vizcaya hasta el cementerio con otros cinco amigos. La idea era hacer una noche e ir volviendo en ruta con los animales, pero cuando llegamos a Covarrubias nos enamoramos del sitio y nos quedamos los cinco días por la comarca», confiesa Gundín, que asegura que para hacer este tipo de travesías te tiene que apasionar la montaña. «También te tiene que gustar la gente, los pueblos, ser positivo y no tener vergüenza».