Pinceladas librescas con un destino

A.S.R.
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Un grupo de alumnos de Dibujo de la profesora Rosa Ana García crea marcapáginas que se venden a un euro en distintos establecimientos para ayudar a Ucrania vía Cáritas Burgos

La iniciativa lleva ya dos meses en marcha y ha conseguido recaudar alrededor de 2.500 euros, pero todavía quedan muchos puntos de lectura disponibles. - Foto: Patricia

La cercanía ha hecho que la guerra en Ucrania remueva conciencias y golpee corazones más que otros conflictos también vivos en otros puntos del mundo. Ha puesto a la población en acción para ayudar a mitigar los efectos de la invasión de Putin en este país. Y ahí entran desde grandes acontecimientos a pequeños gestos. Todos suman. Y euro a euro lo hace la iniciativa de un grupo de personas unidas por ser alumnas de las clases de Dibujo de la profesora Rosa Ana García. Cogieron pinceles y acuarelas para realizar marcapáginas que venden a un euro en establecimientos colaboradores de la capital. 

Actualmente, los puntos donde se pueden encontrar se limitan a los bares Acuarium (travesía del Mercado, 9), El Paraguas (plaza Alonso Martínez) y La Modernista (La Puebla, 37), la óptica Álvarez Atienza (Santander, 7) y las librerías Hijos de Santiago Rodríguez (Avellanos, 4), Mar de Hojas (Plaza Mayor, 31), Luz y Vida (Laín Calvo, 34) y La Llave (pasaje Fernando de Rojas, 5). 

La propuesta, que lleva dos meses en marcha, ya ha recaudado alrededor de 2.500 euros, que contribuirán a aliviar la complicada situación de la gente ucraniana a través de Cáritas Burgos. 

Los marcapáginas son sencillos, la mayoría concluidos en acuarela, con distintas temáticas que dan alegría a la lectura. Globos que vuelan, árboles y motivos florales, dibujos con trazos infantiles, paisajes o vistas de la Catedral, que son las que más éxito están teniendo entre los lectores que se interesan por ellos. 

En su ejecución han intervenido más de 50 personas de un amplio arco de edad, desde niños a mayores de 80 años. Porque aunque la idea surgió en el transcurso de las clases de arte, cada alumno ha asumido esta misión de manera individual y ha implicado más o menos a la familia. Cada uno ha aportado su granito de arena en lo que ha podido. Dibujando, pintando, pegando las cartulinas de colores que sirven de soporte o anudando los lazos de seda que dan un toque de distinción. 

Aunque el curso ya se ha terminado y han superado las expectativas, quienes capitanean esta acción no descartan seguir ejecutando más puntos de lectura. Ya encarrilados, sopesan igualmente embarcarse en nuevas aventuras como colorear abanicos, que venderían a un precio mayor, para aprovechar los rigores del calor del verano, aunque hablemos de Burgos. De momento, esto es solo una posibilidad. 

«Hay que hacer algo por Ucrania. Esto es solo un granito de arena, pero si todos aportamos un poco es más fácil llegar a algo grande», señala quien se erige en portavoz de este grupo, que prefiere que no se publique su nombre para no destacar sobre el resto, al tiempo que advierte que tampoco es necesario irse tan lejos para hacer un poquito mejor el mundo. «Pero esta guerra nos pilló tan de sopetón que viendo lo que estaba sufriendo la gente, había que hacer algo». Ellos lo hicieron con lo que tenían más a mano, con sus pinceles, y esperan que los lectores, con el tirón de la Feria del Libro, agoten estos marcapáginas solidarios.