"Ni se me ocurre plantearme como el delfín de Mañueco"

G. Arce
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Entrevista con el consejero de Presidencia de la Junta de Castilla y León, Ángel Ibáñez

Ibáñez, en dependencias de Presidencia - Foto: Valdivielso

A sus 44 años atesora una dilatada y brillante trayectoria política, ganada a pulso gracias a su innato instinto para esquivar las piedras del camino (las del suelo y las que se tiran), medir los ignotos tiempos de la cosa pública y ganarse con su sonrisa y campechanía tanto al vecino de Gamonal, su barrio, como al líder más correoso y visceral del grupo parlamentario de la oposición. No pasó desapercibido por la Universidad de Burgos, tampoco por el Ayuntamiento y menos en las Cortes regionales, institución que presidió unas pocas semanas, el tiempo suficiente para causar buena impresión entre amigos y enemigos políticos. Acaba de estrenar despacho en el Colegio de la Asunción, sede la Junta de Castilla y León, como consejero de Presidencia, aunque nadie duda que su papel en este gobierno de coalición será de calado y de largo recorrido. El tiempo dirá. Entre reunión y reunión, se afana en ordenar las cosas: un cuadro de Cristino, Pictogramas de Atapuerca, preside la enorme estancia, donde también hay espacio para la Catedral, los Gigantillos y una fotografía con su mujer y sus hijas Alba y Vera, de 12 y 10 años. Aún le queda por colgar una fotografía de Diario de Burgos en la que posa junto a su amigo y compañero de fatigas políticas Javier Lacalle, con el que habla (ya por teléfono) casi todos los días.

Su carrera política es imparable...

Hasta la fecha. Estoy muy ilusionado con esta nueva etapa y, sobre todo, muy agradecido a lo que Burgos me ha dado, me está dando y, seguro, que me seguirá dando. Independientemente de las altas responsabilidades que he ido asumiendo y, además, cada vez en mayor grado en los últimos años, siempre he tenido a bien hablar de mis orígenes en el barrio de Gamonal, dentro del seno de una familia obrera que trató de inculcarme valores (ya que desde el punto de vista económico no había tantas alternativas). Ese patrimonio es básico para mí, para crecer y desarrollarme como persona. Estudie en escuelas de Burgos, en su Universidad y mi primera función política fue en el Ayuntamiento de Burgos, donde aprendí muchísimo. Soy, fui y seré siempre burgalés y donde vaya, allí lo demostraré.

¿Cuánto le debe a Herrera y cuánto a Mañueco?

Muchísimo. Las responsabilidades que nos toca ocupar también corresponden a los éxitos colectivos de la gente que te acompaña en el camino. Un concejal sin un buen equipo de técnicos y de funcionarios no es nadie. Le debo todo a Juan Vicente Herrera y a Alfonso Fernández Mañueco, que me ha dado esta oportunidad. No quiero olvidarme de otras personas que confiaron en mí y a todos aquellos compañeros que he tenido en las diferentes etapas de mi vida política.

¿Qué papel le ha pedido el presidente que juegue en el nuevo gobierno de la Junta?

Me ha elegido para dirigir la Consejería de Presidencia, que aglutina algunos de los aspectos clave que tienen que ver con la coordinación de la actividad de la Junta, a través de la Comisión de Secretarios Generales (la cocina de la Junta) y el nombramiento y la coordinación de los delegados territoriales (la cara visible de la administración en las 9 provincias). También mi labor consistirá en aportar  inteligencia emocional. Tenemos que afrontar un sistema de gobierno novedoso, en coalición, muy ilusionante pero que no estará exento de poder aplicar la necesaria templanza en momentos complicados que cualquier gobierno puede tener. He tenido experiencia en la gestión municipal en mi época como vicealcalde en ese ámbito. Pondré mi voluntad y muy buen hacer en este objetivo.

Después de lo pasado en las últimas semanas y de lo visto en Madrid, ¿hay buena química en el seno del Gobierno regional?

Sí. Hay una notable diferencia entre lo que se percibe de la relación entre los políticos en los medios de comunicación, en los plenos de las Cortes o el Parlamento nacional, a lo que luego son las relaciones personales. Venimos de una campaña electoral en la que se ha utilizado la palabra gruesa para hablar de los adversarios políticos, pero en los tres Consejos de Gobierno que hemos tenido hasta la fecha ha habido muy buen ambiente. Hay química y tenemos que apoyarnos. El presidente nos lo ha dicho muy claro: no somos consejeros de un partido u otro, somos miembros del Gobierno de la Junta y nos debemos a Castilla y León.

¿A quién reporta su trabajo, a Mañueco o a Francisco Igea, el vicepresidente?

La Consejería de Presidencia se divide en dos partes, una dirigida por el vicepresidente Igea y otra por mí. Ahora estamos en la fase de delimitar cuestiones de ámbito competencial para coordinarnos y evitar dificultades. De momento, no hay reportes sino labor de coordinación, en su momento mantendré informados a los dos y al Consejo de Gobierno.

Pero a usted le han calificado como la ‘mano derecha’ de Mañueco para cohesionar gobierno y partido.

Me considero un consejero al servicio de Castilla y León en función del mandato que me ha hecho el presidente. Otras posiciones hay que ganárselas con el trabajo. Primero hay que demostrar capacidad, entrega y trabajo. A partir de ahí es el presidente el que tendrá que decidir en quién se apoya más. Yo estoy llamado a jugar un papel relevante y espero desarrollar esa labor. Lo primero va a ser ganarse esa confianza.

Ya hablan de usted como delfín de Mañueco.

Llevo muchos años en la vida pública y he formado parte de muchos comentarios y quinielas. No dedico ni un segundo a pensar en el futuro, solo en lo que me ocupa y me preocupa. Ni se me ocurre plantearme esta cuestión.

¿Cómo trabaja el presidente?

Gana muchísimo en la distancia corta. Es extremadamente educado, muy moderado, muy afable y muy cercano y todo esto ha jugado un papel determinante para poder llegar a tener un gobierno como el que ahora tenemos. Su forma de ser ha sido clave para lograr lo que ahora tenemos. Esta semana hemos visto ejemplos en la política nacional de lo costoso que son los acuerdos por las posiciones adanistas de algunos líderes políticos. Mañueco es lo contrario y, a partir de ahí, todos tenemos una responsabilidad muy importante. Lo primero que dije al tomar posesión es que, cuando surja cualquier dificultad (que podrán surgir), tenemos que tener altura de miras y en el horizonte a Castilla y León.

Primero habría que explicar a la ciudadanía este reparto de cromos en el que se ha convertido el poder.

Vivimos en una paradoja. El ciudadano ha expresado en las urnas que quiere tener mayor número de representantes políticos, más arco parlamentario. Pero ese mensaje solo se puede atender con acuerdos de coalición para el gobierno. Es la única posibilidad: hacer un ejercicio de humildad y ser capaz de pactar con el adversario que, a veces, tiene otras ideas. El ciudadano tiene que entender que si ese es el mensaje, no queda más remedio que acordar para dar estabilidad a las instituciones. Entiendo que choca a quien ve cómo al final no gobierna quien ha pretendido sino otra opción distinta y con el apoyo de quien ha votado. Es un escenario nuevo, debemos aprender y aceptar la crítica.

Un asunto como el del senador Maroto no ayuda a disipar esa sensación de mercadeo.

Hay muchos casos en todos los partidos de similar naturaleza. La máxima responsabilidad que tiene Javier Maroto en el PP[vicesecretario de Organización] ha hecho que este caso adquiera mayor relevancia. Quiero recordar que algunos de los representantes públicos en el Congreso de los Diputados que tiene y ha tenido Burgos no son de Burgos, pasaron por Burgos una vez y han estado en el Congreso defendiendo los intereses de Burgos. Hablo de Burgos y de cualquier otra provincia. Dicho esto, quien ha sido elegido por Castilla y León tiene que desarrollar la labor de representación de Castilla y León en el Senado.

¿Veremos entonces suavizado el contencioso con Treviño o con la competencia desleal que supone el ‘cupo’ vasco?

El recién elegido senador ya ha puesto de manifiesto que en cuestiones que puedan tener ambas comunidades autónomas habrá que estar a la legalidad vigente, y creo que es lo más razonable.
Aunque no recae en su departamento, reciben la herencia envenenada del Parque Tecnológico que, por cierto, sigue parado.

Una de las primeras conversaciones que tuve con el consejero de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, fue para pedirle perdón porque iba a estar muy detrás de ese asunto y le iba a insistir bastante en el seguimiento de esa infraestructura. Respetando su área de competencia, creo que mi papel como consejero de Presidencia y coordinador de todas las secretarías generales me permite estar coordinando todos los asuntos de la región y, por su puesto, en mayor medida, los de Burgos.

Vigilará también entonces el proyecto de reversión de la concesión del Hospital Universitario.

Hay un acuerdo, que forma parte del pacto entre Ciudadanos y el PP, que habla de estudiar la posibilidad de la reversión total o parcial del HUBU siempre y cuando no sea muy gravoso para los ciudadanos y las arcas públicas. Yo participé en la comisión parlamentaria del HUBUy en nuestras conclusiones, escritas y entregadas, no nos oponíamos a que algunos elementos del contrato puedan ser evaluados y estudiar si es mejor revertir esa parte del contrato. Pusimos el ejemplo del equipamiento médico. Eso no va a significar una reversión de la noche a la mañana, hay que hacer un análisis sosegado de la cuestión. El HUBU lleva 7 años funcionando y sin ese modelo no tendríamos hospital. Si hay cosas mejorables y menos gravosas para la Administración, abórdense con naturalidad, el contrato contempla  fórmulas posibles de reversión de los servicios no asistenciales. Lo importante, antes de tomar decisiones, es un estudio riguroso y meditado. 

Usted es el responsable de personal en la Administración regional, un capítulo complejo que también presenta problemas.

Lo primero que he hecho ha sido sentarme con todas las organizaciones sindicales, para ponernos cara, indicarles que mi despacho está abierto y para decirles que nos trasladen por escrito las cuestiones a abordar. Somos una Administración viva que mantiene temas urgentes  que han quedado de la anterior legislatura y también importantes, que necesitan una reflexión más pausada. En tiempos difíciles, los empleados públicos fueron los primeros que asumieron esfuerzos para sacar el país adelante y ahora siguen manteniendo una magnífica calidad en la prestación de servicios públicos en Castilla y León. Es un colectivo que merece ser escuchado e intentaremos culminar el proceso de recuperación de los derechos perdidos durante la crisis.

¿Le toca ejercer también de embajador con el Gobierno de España, cuando se constituya?

Las relaciones institucionales con las diputaciones, la comunidades periféricas y el Estado corresponden a la Consejería de Presidencia. El presidente ya advirtió que será exigente con las necesidades que tiene Castilla y León, especialmente con la negociación de la nueva financiación autonómica como un pilar clave, aunque seremos una comunidad leal con el Gobierno de España.

Se presupone una relación difícil...

Nuestro déficit de financiación se cifra en 5.000 millones. Año tras año nos impide destinar más recursos a aquellos servicios de los que disfrutan los ciudadanos, sobre todo, sanidad, educación, servicios sociales o atención a la dependencia....
¿Cómo ve su antigua casa, el Ayuntamiento de Burgos?

Creo que no se ha plasmado la voluntad que manifestaron los ciudadanos de Burgos a través de las urnas. Dieron una confianza mayoritaria a los tres partidos que conforman el bloque de centro-derecha pero, por una falta de acuerdo inicial, quizá por una falta de tiempo, hay un gobierno socialista al frente de la ciudad. Evidentemente, no puede hacer nada porque está en minoría. No han obtenido más votos que en otras citas electorales, el problema es que entonces había un PPenfrente muy fuerte y ahora no lo hay. Desde el punto de vista institucional, toda mi lealtad con el gobierno actual y mi deseo como burgalés es que se pueda articular una mayoría que dé más estabilidad a la ciudad para los próximos años.

¿No le queda la duda de si con Ángel Ibáñez como candidato a la Alcaldía el Ayuntamiento hubiese continuado en manos del PP?

El agua pasada no mueve ningún molino. Ahí lo dejo...

(Entrevista completa en la edición de hoy)