Siempre había practicado su afición al buceo en el mar, nunca en ríos o cuevas. Hasta que ayer, María Cruz Fernández decidió sumergirse en el Pozo Azul de Covanera para participar en la tradicional bajada del belén que organiza desde hace 16 años el Club Delfín de Burgos. Lo hacía porque este año el acto era un reconocimiento al trabajo que está realizando el personal sanitario desde que empezara la pandemia, un esfuerzo que conoce de primera mano dado que es enfermera en Urgencias y lleva 28 años de trayectoria profesional.

La experiencia mereció la pena. «Ha sido una sensación de paz estupenda. Te viene bien para desconectar en estos tiempos de la covid-19», aseguró Fernández, quien en anteriores ediciones había vivido el evento solo como espectadora. Ahora, como protagonista y madrina del homenaje, en representación de todos sus compañeros, aplaudía el gesto que había tenido la agrupación hacia el colectivo que «se encuentra muy estresado».

Sabedores del esfuerzo del personal sanitario, el Club Delfín, que siempre dedica bajada del belén a una persona relevante por el trabajo realizado o a una entidad, decidió este año homenajear a unos profesionales que «se están dejando la piel, aunque sin desmerecer a ningún otro», tal y como subrayó su presidente, Carlos Pino. En la inmersión participaron cinco buceadores, que permanecieron en la cueva entre 15 y 20 minutos. El misterio, diseñado por Alfredo Gallareta en el interior de una botella de buceo abierta en ventana, se depositó a seis metros de profundidad, mientras que después el equipo continuó y realizó un recorrido dentro del pozo. En principio, también iba a participar el médico Gustavo Gutiérrez, aunque finalmente no pudo acudir a este acto.