Piden bajar la velocidad a 30 km/h para reducir accidentes

RAÚL CANALES
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La asociación Stop Violencia Vial plantea extender a toda Miranda una medida que ya se aplica en algunas calles de la ciudad del Ebro, así como un decálogo de propuestas de bajo coste y fáciles de implementar para mejorar la seguridad

La calle Arenal es una de las que tiene la velocidad limitada a 30 kilómetros por hora. - Foto: Jesús J. Matí­as

El trágico suceso que hace un par de semanas le costó al vida a un niño de trece años, arrollado por un coche cuando esperaba con su bicicleta en un semáforo, no solo ha conmocionado a la ciudad sino que ha reabierto el debate sobre la seguridad vial. ¿Qué se puede hacer para evitar este tipo de accidentes? «Nunca vas a poder impedir que un descerebrado conduzca borracho, pero hay muchas medidas que el Ayuntamiento puede adoptar para reducir la siniestralidad», asegura Juncal Trepiana, vicepresidenta de la asociación Stop Violencia Vial. 

Esta mirandesa sabe bien de lo que habla, por su formación académica y porque hace tres años su padre falleció tras ser atropellado en un paso de cebra. Desde entonces, ha recabado mucha información sobre movilidad urbana y en más de una ocasión ha presentado un decálogo de propuestas a la corporación sin recibir respuesta. «Miranda tiene mucho que mejorar porque precisamente su índice de siniestralidad es elevado», afirma Trepiana, que deja claro que casi todas las medidas «son de bajo coste y ágil implementación. Solo hace falta voluntad política». 

El primer paso sería limitar a 30 kilómetros por hora la velocidad. Es algo que ya se hace en ciertas calles y que la nueva normativa estatal obligará a aplicar en unos meses en todas las que sean de un único carril, pero que la asociación cree que se debería extender a toda la ciudad porque «la probabilidad de que un ciclista o peatón muera al recibir un impacto a esa velocidad es de un 10%, mientras que el porcentaje se eleva al 80% si el coche circula más rápido». 

Además, el cambio en la legislación dejaría fuera a Ronda del Ferrocarril, precisamente una de las calles más peligrosas por sus características. «Tiene dos carriles porque hace años se pensaba en el vehículo y no en el peatón», apunta Trepiana, quien no comparte la excusa de que eliminar uno congestionaría el tráfico «porque en las grandes capitales ya se hace y tienen más coches, y además  hablamos de salvar vidas». Aún así, cree que respetando el trazado actual, reducir la velocidad ya supondría un gran avance, aunque es necesario complementar esa decisión con otras actuaciones porque «si el conductor lo que ve es una recta enorme, con anchura suficiente, sin rotondas, sin fresados, sin radares,... tiende a pisar el acelerador». 

Un simple recorrido por la ciudad permite detectar muchas de las carencias sobre las que Trepiana llama la atención. Los pasos de peatones no siempre están debidamente iluminados, ya que pocos tienen reflectantes y las farolas de las aceras no les apuntan directamente. Por este motivo, la vicepresidenta de Stop Violencia Vial pide focos con detectores de presencia encima de los pasos de cebra más inseguros y eliminar las plazas de aparcamiento que están justo delante de los mismos, ya que dificultan la visibilidad de los conductores, que ven a las personas cuando ya están cruzando. 

También propone pasos tridimensionales, que generan un efecto óptico de bloques elevados que hace que los coches reduzcan instintivamente la velocidad. Su eficacia ya ha quedado comprobada en muchas ciudades y pueden suplir a los badenes, perjudiciales para  las ambulancias. Además, la pintura que se emplea para este tipo de pasos es más duradera, lo que a la larga reduce costes.  

Y es que las marcas viales también precisan una mejora urgente en muchas calles. Desde hace tiempo la tendencia es no ampliar el carril bici, sino integrar a los ciclistas en la calzada. Sin embargo, «no hay  símbolos de bicicletas pintados en la carretera que les recuerden a los coches que no son los únicos». 

Voluntad. Trepiana tiene claro que reducir la siniestralidad no es una cuestión de dinero sino de planificación. «Logroño ha elaborado un plan para diez años que es muy completo, pero sin ser tan ambiciosos, pueblos mucho más pequeños que Miranda también hacen cosas interesantes al apostar por el urbanismo táctico», asegura. 

En su opinión, la mejor inversión es la concienciación. «Si la gente fuera consciente de que el coche puede ser un arma, quizá alguno no conduciría en las condiciones que lo hace o sus amigos le impedirían hacerlo. Pero eso exige realizar campañas de sensibilización de forma regular: con menores, sobre sistemas de retención para niños, normas viales,... Si además a eso le añades otras medidas, se podrían evitar muchas muertes. Las administraciones tienen que asumir también su responsabilidad».