Casi la mitad de los incendios en 2019 fueron intencionados

FERNÁN LABAJO
-

Fue la principal causa de los siniestros. La superficie forestal calcinada el pasado año fue cinco veces más que en 2018

Las llamas devoraron 6 hectáreas en Cortes a finales de agosto. - Foto: Valdivielso

La ciencia no suele contar mucho cuando el fuego se convierte en el protagonista y devora sin piedad pastos, matorrales o terreno agrícola. Todo se reduce a una cuestión de buena o mala suerte, y al fin y al cabo en un año con pocas lluvias en primavera y demasiado calor en verano, lo más lógico es que los incendios se sucedan desde junio hasta septiembre. Es bueno que las administraciones compren boletos para que la fortuna esté de su lado, aunque si tenemos en cuenta que, según los datos facilitados por el Servicio Territorial de Medio Ambiente, el 42% de los siniestros ocurridos en 2019 en la provincia de Burgos fueron intencionados, puede que el principal problema es que sigue faltando concienciación en la sociedad.

El año pasado se produjeron en nuestro territorio 153 incendios, 84 más que el año pasado, que devoraron una superficie forestal de 376 hectáreas, cinco veces más que en 2018. La principal causa, después de la propia intención del ser humano, es la negligencia (22%), mientras que la accidentalidad (12%) y las inclemencias meteorológicas como puede ser un rayo (11%), completan la lista de razones más frecuentes que aportan desde la Junta de Castilla y León. 

El fuego arrasó, en la mayoría de los casos, superficies de no más de una hectárea, es decir, que fueron conatos. No obstante, se produjeron incendios que se llevaron por delante decenas de hectáreas en apenas unas horas. Uno de los más importantes del pasado año fue el que tuvo lugar a finales de agosto en un pinar entre el barrio de Cortes y Cardeñajimeno. Una empacadora que trabajaba en una zona de rastrojos de Fuente Dorada se prendió y originó las llamas que se extendieron hacia un terreno boscoso. El Servicio de Medio Ambiente llegó incluso a decretar el nivel 1 de emergencias. 

También fue importante el que se produjo unos días antes en Rioseras, más por la peligrosidad que por las hectáreas quemadas, pues el fuego se quedó a escasos metros de unas viviendas. El siniestro se originó en un terreno de cereal ya cosechado, de ahí que se propagara en apenas minutos y solo la rapidez de los equipos de extinción evitó que las llamas afectaran a las casas de una urbanización a las afueras del municipio. 

La razón por la cual se quemó cinco veces más de superficie el pasado año es simple. Hacía mucho tiempo que no se vivía un verano similar al de 2018: húmedo y sin temperaturas extremas en un mes tan crítico como el de julio, cuando tiene lugar la época de cosecha y cualquier chispa de una máquina desata el desastre. "Con esta meteorología, la vegetación no arde o es muy lenta, de manera que no se produce una combustión explosiva", explican desde la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León (Apamcyl). "2019 fue", añaden, "todo lo contrario". 

Hubo tan poca humedad que cada vez que se produjo un incendio de superficies como matorral o agrícola en meses como julio y agosto, donde se superaron con creces los 30 grados, las llamas avanzaron con rapidez. "Si tienes la mala suerte de que su comienzo es un terreno fino y enseguida no se encuentra cortafuegos (caminos o carreteras), consigue poner en combustión el siguiente estrato, es decir, los arbustos, y por último las zonas de arbolado. Si llega hasta las copas y pasan de unas a otras lo único que puedes hacer es rezar, porque no sirve de nada echar agua.  No hay quien lo apague", sentencian desde la agrupación sindical.

Por este motivo, la rapidez de los equipos de extinción juega un papel fundamental. "Los medios tienen que llegar en el menor tiempo posible al inicio de la llama, es la clave de un incendio. La celeridad en atajar las llamas es lo que va hacer que no crezca", insisten.   

Más coordinación. En Apamcyl tienen claro que para que la actuación de los equipos forestales sea lo más inmediata posible, la Junta de Castilla y León tiene que invertir más en la coordinación de los diferentes cuerpos. En la actualidad, critica el sindicato, no existe siquiera un canal común de radio para que los efectivos estén en contacto cuando se produce un aviso de incendio: "No tenemos ningún tipo de protocolo de comunicación. Muchas veces hablamos con los bomberos porque nos conocemos y nos llamamos los unos a los otros para saber cómo enfocar una extinción".

También falta, a su juicio, más medios para poder investigar los siniestros. Los trabajadores medioambientales no cuentan con brigadas que se encarguen específicamente de las labores de esclarecimiento de los hechos. "Lo hemos reclamado muchas veces en los últimos años. Son necesarias patrullas especializadas, por ejemplo dos agentes para cada tres comarcas, para que estén pendientes desde el principio, que no se desvirtúen las pruebas y se conozca la causa exacta", explican. 

Esto repercutiría, afirman, en una ahorro al ciudadano, pues existen muchos siniestros que son accidentes, como un animal que choca contra un cable eléctrico, cuya responsabilidad deberían asumir las compañías aseguradoras.