En los corrillos futbolísticos no se habla de otra cosa desde hace días. El derbi provincial acapara toda la atención. Casi 6 años sin verse las caras es mucho tiempo para dos aficiones que cuentan las horas que restan para el que balón comience a rodar. Esta semana, tanto Burgos como Miranda laten a un ritmo diferente al habitual. Se palpa un ambiente que mezcla expectación y nerviosismo.