Congelados San Lorenzo bajó la persiana y el local languidece en la calle San Carlos hasta que algún emprendedor se fije en él. Los rótulos de su vieja actividad se mantienen, pero entre anuncios de servicios a domicilio, carteles de se alquila y teléfonos de contacto irrumpe una frase que nada pega con ese menester ni con la tipografía elegida: Difunde un poco de tu luz. Pocos metros lo separan del Arco del Pilar. Allí, donde no hace tanto hubo una tienda de chuches, se lee Para ganar lo que vale la pena tener, puede ser necesario perder todo lo demás. Y una ristra de mensajes se asoman a escaparates sin nada que enseñar desde Laín Calvo a la plaza del Rey San Fernando. Si quieres llegar rápido camina solo; si quieres llegar lejos camina en grupo luce en letras rojas la antigua perfumería Equivalenza. Enfrente, donde estuvo una inmobiliaria, ahora son otras oportunidades las que cuelgan en su cristal: La vida es la oportunidad más emocionante... y solo tenemos una oportunidad. El rastro continúa por La Paloma, en un establecimiento ahora vallado por obras, en lo que fue La pequeña Indiana, en un antiguo comercio de los soportales y hasta otro que agoniza al lado del actual bar Las Gárgolas que aconseja Planta tu propio jardín y decora tu propia alma en lugar de esperar que alguien te traiga flores.
Todos estos escritos llevan la misma firma: Desde la India. Vandana y una fecha del mes de junio. ¿Quién está detrás de esta ruta happy flower?
No se esconden, pero tampoco buscan protagonismo. Apuestan por el anonimato y encienden todos los focos hacia el pensamiento de la filósofa india Vandana Shiva. Todo comenzó con un viaje a aquel país, la conocieron y ella se comprometió a mandarles una frase en clave positiva a diario. Ese mensaje llega a más de un centenar de móviles de distintas nacionalidades. Entre ellos, a un puñado de burgaleses, que, traducido al castellano del inglés, lo hacen viral al compartirlo con otros grupos de WhatsApp.
Dieron un paso más y se entusiasmaron con la idea de que llegara de la India a «nuestras calles» en horas. «Es algo que sale del corazón y se hace con buena intención». Y durante 15 días madrugaron para escribirla en el escaparate de locales comerciales vacíos del centro capitalino «y despertar a la ciudad con una sonrisa». Primero limpian el cristal, luego escriben con un boli especial, fácil de lavar, y siempre van con limpiacristales por si alguien los sorprende y se siente molesto por su acción. Esto solo les ocurrió una vez. Es más habitual el aplauso, incluso de los dueños de los establecimientos.
Estas pintadas han espoleado la curiosidad de los viandantes y ya hay quien habla de la ruta Vandana. Una propuesta espontánea lanzada por seres anónimos, convencidos de que un mundo mejor es posible con pequeños gestos. Esta lectura se suma a las mil y una de los transeúntes: una manera de que estos escaparates sigan comunicando y, de alguna forma, dando un servicio al vecindario pese al cese de actividad; denuncia de unas vías comerciales que mueren con una cascada de cierres; la urgencia de pararse, aunque sean los segundos que tarda su lectura, y reflexionar en una sociedad que avanza acelerada; sentirse parte de un experimento sociológico...
Aunque su único objetivo es poner luz al día a día, desde la sombra, sus promotores creen que su iniciativa podría ser un reclamo para alguna institución que, entre comillas, se aproveche de ella para sacarle partido más allá del encanto de lo efímero y del misterio que provocan estas frases con autor pero sin dueño.