Peligra un proyecto de criadero de perros por las críticas

I.P.
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Proanbur denuncia lo que considera una macroinstalación donde los animales «viven hacinados y sin ver la luz», mientras el promotor defiende un «proyecto con alma de una familia que adora los perros». El expediente está a información pública

El promotor del proyecto posa con los perros que tiene en su domicilio de la capital burgalesa. - Foto: DB

El anuncio de la instalación en una finca de Madrigalejo del Monte de un criadero para la cría, alojamiento y venta de 150 reproductores de razas caniche, bichón maltés y chihuahua ha levantado las primeras polémicas. En estos momentos el proyecto está en el Ayuntamiento que tramita la solicitud de autorización de uso excepcional de suelo rústico, la licencia urbanística y la ambiental; se encuentra en periodo de información pública para la presentación de alegaciones.
Las primeras voces contra lo que califican de macrocriadero han sido las de Proanbur, asegurando que no se puede permitir que haya una instalación así en Burgos, y se remiten a los problemas surgidos con el criadero de Melgar, que ha costado  5 años de denuncias para cerrarse, «después de tantos animales muertos, heridos y enfermos», dicen desde la Protectora de Animales. Ateniéndose a la información del Bocyl, ésta también cree que esos 150 reproductores de talla mini supondrán que tras la cría, las instalaciones puedan llegar a alojar a casi 300 animales». Recuerda, por otra parte, que los animales en los criaderos viven hacinados en jaulas, que sufren deformaciones por no andar, que no ven la luz del día y que cuando no sirven se desechan. Proanbur anima a contactar con el Ayuntamiento de Madrigalejo para «hacerle pensar si quiere unir su nombre al maltrato animal, y le recuerda que ese tipo de criaderos nos les va atraer trabajo o riqueza al pueblo, «solo traen quejas y denuncias». Proanbur ya ha mandado información a la Junta para que estudie bien el proyecto y cumpla todos los requisitos; en caso contrario, lo denunciarán cuanto antes, dicen. 

Es el panorama que ‘pinta’ Proanbur. Una lectura que en nada se parece a las pretensiones que tienen su promotor, Rodrigo Pérez, que reconoce estar, así como su familia, desbordado con la repercusión, y desilusionado porque nada tiene que ver su criadero con lo que dicen desde la Protectora ni, por supuesto, añade, con lo sucedido en Melgar que él mismo es el primero en denunciar. Por el contrario, Pérez Angulo asegura que le apasionan los perros, que tiene cinco en su residencia habitual de Burgos y dos de caza en Madrigalejo y que tener ese alojamiento ha sido un sueño desde que era joven. «Yo quiero hacer una instalación con ‘alma’, quiero criar animales porque los adoro, quiero verlos crecer, jugar y pasear con ellos», nada que ver con lo que pinta Proanbur, reitera; además explica que ha intentado hablar con la Protectora a través de una tercera persona, sin que hayan querido saber nada de su filosofía del proyecto y cómo va a ser éste. «No he puesto la primera piedra y ya me están acusando de maltratador de perros, esto duele», asegura invitando a Proanbur a conocer el proyecto, «porque en ningún caso quiero hacer las cosas mal ni tener conflictos con nadie», añade.
Rodrigo asegura que aunque en la  solicitud de licencia se habla de 150  perros, no es esa la idea sino que  serían en torno a medio centenar o menos. «Un criadero familiar que nos de un sustento, pero no para hacerme rico y no para maltratar a los animales, sino todo lo contrario»,  y explica que se sacarán vídeos para mostrar a quienes estén interesado en comprar. 

Pérez Angulo reconoce que la campaña en las redes sociales les ha ‘tocado’ y que en estos momentos es más la desilusión que las ganas de seguir adelante, aunque el proyecto está al público para alegaciones y si no hay ninguna se daría luz verde, «porque ha sido redactado por un ingeniero y cumple todas las condiciones que exige la normativa en todos los aspectos.

Las instalaciones irán en una finca familiar de una hectárea, y estarán conformadas por módulos individuales isoternos, con calefacción interior; no habrá jaulas, dice, y cada módulo tiene acceso a un patio de 15 metros cuadrados, además de otro común de más de media finca. Se completan con sala veterinaria, oficina, sala de atención al público o almacén.