El abuelo de la provincia cumple hoy 108 años con ilusión

R.E. MAESTRO
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Procopio Angulo celebra hoy su aniversario con una salud de hierro y una memoria en la que perduran muchos recuerdos de la Guerra Civil. El próximo domingo reunirá en Quintanilla de la Mata a toda su familia

El abuelo de la provincia cumple hoy 108 años con ilusión - Foto: Jesús J. Matías

Superar los 100 años es todo un reto. Aún más complicado resulta si eres varón. En la provincia de Burgos solo rebasan la centena 198 personas, y únicamente el 15% son hombres. Bien lo sabe Procopio Angulo, el más longevo, el abuelo de la provincia, natural de Quintanilla de la Mata y que hoy cumple 108 años. «Una vida muy larga y normal», afirma este centenario enamorado de su familia y la vida.

El secreto para conservarse tan bien señala que es «trabajar lo que hay que trabajar... y comer igual».  Aunque ha tenido una vida complicada en la que se ha esforzado mucho para sacar adelante a su familia, a los 65 años decidió jubilarse. Así, subraya como claves para continuar cumpliendo años el poco trabajo y la buena alimentación. Tal vez por eso, en la actualidad sigue gozando de una salud de hierro, sin ninguna dolencia, y con la tensión y el colesterol perfectos.

Su rutina diaria consiste en levantarse, comer y caminar un poco por la casa. Siempre le ha gustado jugar a las cartas con los amigos y hasta hace un año lo hacía.

Desde hace años vive en Burgos capital con su hija Delia y su yerno, Saturnino, que se encargan de que no le falte de nada. Los meses de verano los pasa en su pueblo, Quintanilla de la Mata, donde reconoce que «se está muy bien y se descansa», aunque manifiesta que la Guerra Civil generó muchas enemistades en el pueblo y por ello perdió su relación con mucha gente. Los inviernos los pasa en Burgos porque, segura, «la capital me gusta más», aunque sale menos a pasear porque su familia tiene mucho cuidado de que no coja frío.

Procopio tiene la memoria estupendamente, aunque lo cierto es que gran cantidad de sus recuerdos se centran en la Guerra Civil, que permanece grabada en su memoria porque no se le ha olvidado nada. Recuerda cada pueblo por el que pasó y cada compañero.

Labrador y vendedor. En el Ejército fue ranchero, pero cuando finalizó la contienda no volvió a meterse entre fogones. «Acabó la guerra y dejé la cocina», asegura este centenario que se considera un afortunado, ya que a pesar de haber vivido momentos muy duros ha logrado superarlos exitosamente. «Gracias a Dios nunca resulté herido», manifiesta, aunque matiza que por fortuna tampoco tuvo que pegar ningún tiro.

Procopio era labrador hasta que lo tuvo que dejarlo todo para irse al frente. Cuando finalizó la guerra, volvió a Quintanilla de la Mata y continúo ejerciendo de labrador durante dos años. Sin embargo, debido a una úlcera decidió dar un importante giro a su vida y se puso a trabajar como vendedor ambulante por la comarca y comerciante. Compraba el género en Barcelona y lo vendía por los pueblos cercanos, un oficio que le permitió conocer a mucha gente de la comarca y llevar una vida cómoda.

Este próximo fin de semana se reunirá de nuevo con su amplia familia en Quintanilla de la Mata para celebrar su 108 cumpleaños... y es que ver a sus cuatro hijos, siete nietos y dos biznietos es una de las cosas que más ilusión le hace, además de continuar cumpliendo años y hacerlo con buena salud.

«Estar vivo» es lo que más feliz le hace a estas alturas de la vida, aunque recuerda que «he hecho todo en la vida» y que lo que gusta ahora es «mirar y descansar», manifiesta Procopio, un hombre tranquilo y lleno de vitalidad, a pesar de las dificultades que tiene para caminar. Continuar cumpliendo años y ostentando el título de abuelo de la provincia... y batiendo récords de longevidad, es otro de los retos de Procopio, todo un ejemplo de vitalidad.