No hay mal que por bien no venga

@LouMatilla
-

"Pasar por este cáncer ha hecho que me de cuenta de que en algún momento perdí mi dirección olvidándome con ello de lo más importante: yo"

A veces cuando todo está en calma es cuando más alto retumba nuestra propia conciencia en nuestro interior, mostrándonos a gritos aquello que hemos hecho de una manera equivocada; es entonces, cuando nos hacemos cargo de nuestros errores y damos un giro a nuestras propias vidas.

Dicen que no hay mal que por bien no venga; pues es cierto. Puedo decir que este cáncer me ha traído muchas cosas buenas, muchas más de las que hubiese podido imaginar. Y me ha dado una lección de vida; una más.

Cuando pierdes a alguien por esta enfermedad, larga enfermedad como siguen denominándola por ahí (muy equivocadamente a mi parecer), la vida te da un giro muy brusco. De repente, tienes que enfrentarte a un montón de cosas para las que sientes que no estás preparado, pero no queda más remedio que hacer todo aquello que se nos pone por delante y seguir; seguir viviendo con esa marca e intentar hacer las cosas de la mejor manera posible.

Hace unos meses yo todavía pensaba que estaba caminando de forma correcta; que estaba haciendo las cosas bien. Pues no. Esto no es así. Pasar por este cáncer ha hecho que me de cuenta de que en algún momento perdí mi dirección olvidándome con ello de lo más importante: yo. Si algo es cierto, es que había dejado de preocuparme por mí misma, había dejado de ‘cuidarme’; no en el aspecto físico pero sí en mi interior. Ahora mi único objetivo es estar bien para que con ello pueda estar bien mi hija; si yo no lo estoy, ella no lo estará. Y eso, vale todo el esfuerzo que uno se pueda imaginar porque nosotros somos los que decidimos dónde están nuestros propios límites; a veces, podemos llegar a sorprendernos de lo que realmente somos capaces de hacer si nos lo proponemos.

Hace una semana mi oncóloga me dijo lo que tanto llevaba esperando escuchar: que ya lo podía celebrar. Los resultados obtenidos con la quimioterapia y después de la mastectomía, han sido magníficos y yo lo celebro y lo celebraré, pero con los pies en el suelo, porque lo que no me podrá decir nunca es que estoy curada; nunca. Eso es algo que se antoja difícil de digerir porque todos sabemos lo que significa; tendré que vivir con esta sombra tras mi espalda por el resto de mis días e intentando controlar el miedo cuando surja, que surgirá, porque como dice una canción de Shinova: ‘…tengo mil razones para creer que el miedo es lo que nos hace envejecer y no las marcas del tiempo en la piel’. Y cuánta razón tienen…