La boda de Brian

P.C.P. / Burgos
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La Audiencia archiva la surrealista denuncia de un ciudadano que acudió a la Guardia Civil por la «planificación y perpetración de ritos no cristianos e invocación de dioses» en el templo de Sasamón durante la recreación romana

La representación de la boda romana se celebró en septiembre de 2022 en el claustro de la iglesia de Santa María la Real. - Foto: Christian Castrillo

'Bienaventurados los hambrientos y sedientos de justicia, porque pronto quedarán saciados', se le escucha a Jesús predicar en la montaña mientras la cámara se aleja y enfoca a Brian y a su madre, que insiste en ir a una lapidación, oculta tras una barba, pues las mujeres no pueden verlas porque «está escrito». Allí aguarda un 'blasfemo' cuyo pecado ha sido alabar la deliciosa cena de su esposa al grito de 'Ese lenguado era digno de Jehová'.

No queda claro en la mítica película si Matías, hijo de Deuteronomio de Gaza, salva finalmente su vida a costa de que la marabunta descargue su ira y las piedras que ha comprado contra otras dos víctimas propiciatorias, pero quizás los Monty Python así lo quisieron, jugando ellos también a dejar una gota de sensatez en el mar de sinrazón que parodiaron. 

Esa escena de La vida de Brian no tendría hoy mucho recorrido en España, donde la blasfemia dejó de ser delito en 1988. Pero como la realidad siempre regala una secuela, en Sasamón han rodado La boda de Brian y aunque haya sido mínima la posibilidad, han podido acabar en la cárcel por «invocación de dioses no cristianos» y realización de ritos paganos que atentaron contra los sentimientos religiosos de una persona humana durante la celebración de la recreación Segisama Julia, en la que evocan el pasado romano de la villa.

Imaginen la cara de los guardias civiles del puesto de Melgar de Fernamental -el equivalente en esta surrealista actuación al centurión que se topa con Brian y su pintada en un latín desastroso- cuando se les presenta un ciudadano el 3 de octubre de 2022 para denunciar al Ayuntamiento de Sasamón por la planificación y perpetración de unos hechos que comienzan por la ceremonia de la Lustratio en el Templo de Vesta y acaban en un altar del claustro de Santa María la Real con fuego, agua y nueces para los invitados a la boda romana.

«A modo de resumen comienza la denuncia exponiendo literalmente: 'Una ausencia de respeto a la práctica mortuoria vulnerando el derecho constitucional de culto, deficiente calidad del agua y diversas discrepancias en la prioridad de valores, actuaciones y abuso de autoridad frente a las condiciones laborales no exigidas por intentar comprender actividad en etapa inicial como de emprendimiento y colaboración ciudadana en lugar de ejercer las exigencias legales como trabajador», se recoge textualmente en el auto judicial que confirma el sobreseimiento libre de estas surrealistas actuaciones.

Considera que «se realizaron actos teatrales en un emplazamiento con consideración de camposanto dentro de un templo cristiano sin hacer honras fúnebres ni proporcionar información a los asistentes para poder realizar respetos, honras o rezos» y que de ello fueron testigos alrededor de 200 personas, «muchas de ellas segisamonenses», sin lograr pese a su tesón que las diligencias previas pasen de la apertura y cierre al mismo tiempo. 
Convencido, el denunciante formuló dos recursos -de reforma y de apelación- contra el archivo y adjuntó imágenes de la actuación que a su juicio «atentó seriamente contra los sentimientos religiosos, tanto suyos como de terceras personas, que tuvieron que ver como realizaba dicho Ayuntamiento ese tipo de actividades en la iglesia del pueblo», insistió.

La Audiencia, en una prueba mayúscula de que el sistema judicial español funciona, dedica nada menos que 4 folios a contestar a esa hilarante denuncia y razonar por qué los hechos no son constitutivos de delito. Le explica la magistrada Dolores Fresco que para ofender los sentimientos religiosos legalmente tutelados por el Código Penal se precisa, amén de un acto de profanación concreto, un «dolo específico o ánimo deliberado», del que ninguna prueba indiciaria existe en la celebración de una fiesta popular como es Segisama Julia, además muy concurrida. 

Afortunadamente para todos, el asunto se frena ahí, sin que haya sido necesario que desfilen por el juzgado los novios, Jessica y Rodrigo, la sacerdotisa, las vestales, los 200 invitados y los gladiadores. 

Así que el ciudadano ha tenido que replegarse, con la condena en costas, eso sí, mientras, de fondo, se oye a Brian silbando:Mira siempre el lado bueno de la vida

Olvida tu pecado y ofrece una sonrisa al público

¡Disfruta! De todas formas, es la última oportunidad.