Las bodegas, en alerta ante la escasez de botellas

I.M.L.
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La escasez de vidrio, el cierre de mercados a la exportación y el parón de producción durante la pandemia dispara una demanda que no cubre la oferta en lo que a envases se refiere

La botella bordelesa es la más utilizada para los vinos Ribera del Duero. - Foto: Alberto Rodrigo

La situación por la que atraviesa el mercado global empieza a afectar a las bodegas de la DO Ribera del Duero, y por extensión a todo el sector bodeguero. La escasez de materias primas, como vidrio o madera, el cierre de algunos países a la exportación, con China, Rusia y Francia sin servir fuera de sus fronteras, y el encarecimiento de productos terminados por los sobrecostes provocados por la pandemia están provocando que el stock de botellas, principalmente, pero también de palés, corchos y hasta las cápsulas sufra restricciones que obligan a modificar las formas de gestión de las bodegas.

«Desde verano venimos viendo que los proveedores nos piden una estimación de cuántas botellas vamos a necesitar y cuándo las queremos, cuando antes te servían de una semana para otra, ahora hay que tener una previsión con más tiempo, con dos o tres meses», comenta Íker Ugarte, presidente de la Asociación de Bodegueros de Aranda y Ribera (Asebor). En el sector ribereño los problemas son puntuales, de algunas elaboradoras en particular, porque desde el Consejo Regulador de la DO apunta a que las grandes bodegas no están reportando falta de material para sacar sus vinos al mercado. «Puede que haya habido roturas de stock en algunos tipos de botellas concretas, de esas que son más especiales y se elaboran menos, pero la botella normal que usamos todos aquí no estamos teniendo problemas para conseguirla, de momento, porque esto cambia de una semana para otra», recalca Ugarte.

Desde las empresas intermediarias que venden todo lo que un vino necesita para salir al mercado, ya sea botellas, corchos, tapones, cápsulas o etiquetas, llevan «un año muy turbulento» para poder atender las necesidades de sus clientes. Laura Sardina, responsable de la sección de Enología de Cecoga constata que el mercado se empezó a complicar este verano, arrastrando las consecuencias del cierre de mercados durante los momentos más duros de la pandemia. «No se embotellaba porque no había demanda suficiente, pero cuando acabó el confinamiento, todos se lanzaron a embotellar», explica Sardina para justificar un aumento de la demanda que las empresas del vidrio no podían dar respuesta rápida.

«Parar los hornos cuesta mucho, pero volver a ponerlos en marcha también, por eso muchas empresas retrasaron esa decisión y el mercado se tensionó», comenta, algo que unido a que «el mercado ruso y chino se quedan todo para sus destilados» y que «muchas vidrieras francesas le vieron las orejas al lobo y solo venden dentro de sus fronteras», por lo que estos tres países están ahora fuera del ritmo habitual del mercado global.

A esto se une el incremento del precio de las botellas, que ya registraron un incremento del 5% hace cuatro meses y que las firmas vidrieras avisan de que no será el último. «Para evitar más incrementos de precio, todo del mundo se puso a pedir a la vez, eso provocó un desabastecimiento. Y ahora nos avisan que el uno de enero podrían volver a subir los precios, por el incremento del coste de las materias primas y la producción, y que ahora la subida será de dos dígitos», adelanta Laura Sardina, que recomienda trabajar a las bodegas con previsión porque «las fechas de entrega son a dos o tres meses».