Las holandesas no tienen rival

A.S.R
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Los burgaleses David Saiz y Ana Castán se unen para traer un camión con bicicletas recicladas de Ámsterdam para promocionar su uso y para las que buscan gente comprometida que haga una precompra

David Saiz, con el primer cargamento de holandesas clásicas traídas en otoño.

Las holandesas juegan en otra liga. Son bonitas, resistentes, preparadas para circular por ciudad con comodidad... Y, sin embargo, a menudo son rechazadas y dejadas en la calle. Miles de bicicletas se abandonan cada año en el país de los tulipanes. A estas, los ayuntamientos las ponen una pegatina y si pasados dos meses siguen en el mismo sitio, las retiran y las llevan al depósito. Si nadie las reclama en un mes las revende a grandes talleres, que las arreglan y las vuelven a poner en circulación. En estos grandes distribuidores fijaron su mirada dos burgaleses, David Saiz y Ana Castán. ¿Y si conseguimos un montón de compradores y rascamos un precio asumible para traerlas a España? Se hicieron esta pregunta, se pusieron manos a la obra y el otoño pasado aparcó un camión con 130 con un precio cada una de 165 euros, a los que se suman entre 15 y 25 euros de gastos de envío en función de la zona del país a la que viajen. Este año se han propuesto hacer lo mismo. Y están en plena campaña en busca de interesados. Presentan este proyecto, Quiero una bici (www.quierounabici.eu), este sábado en el Arco de Santa María. Allí han quedado a las 12.20 horas con quienes ya dan pedales en su holandesa clásica para que todos conozcan de cerca sus bondades. 

Y es que no son cualquier bicicleta. Tiene unos atributos que la convierten en ideal para fomentar una movilidad sostenible en la ciudad. Son de paseo, con una posición en el manillar que permite al ciclista ir estirado, no agachado; llevan freno contrapedal, que deja las manos libres para señalizar los giros e impide salir volando al parar bruscamente ante un percance; tienen cubrecadenas, que protege este elemento, y guardabarros, para que no salpique y se llegue hecho un cuadro al trabajo; y una marcha única, ideal para superficies planas. 

«Burgos es perfecta para utilizarlas, por sus distancias y su orografía. Quienes las han probado dicen que es una maravilla. Nosotros las restauramos y dejamos listas para subirse en ellas. Son joyas, llevan rodando cien años y van a durar otros cien. No son de fabricación industrial, sino artesanales de toda la vida de Holanda, que durarán para siempre y aquí no se encuentran», explica David Saiz, profesor de Filosofía en Madrid, pero que todos los fines de semana en Burgos sale a pasear con su holandesa. 

Aunque de la misma ciudad, David Saiz y Ana Castán iniciaron su amistad por Instagram por su pasión por la bici. Con la crisis de 2010, ella se lio la manta a la cabeza y montó en Holanda una empresa para conocer el país en dos pedales. La pandemia lo truncó. Y en ese momento, sopesando qué hacer para promocionar la bici, se les encendió la chispa. El primer envío tuvo un éxito enorme. A Burgos llegaron unas 30. La propuesta se mueve además en Madrid, Logroño, Valladolid y Valencia.

Saiz advierte que es un proyecto de confianza. Los compradores deben ponen 30 euros para la reserva. Si se consigue el objetivo de las más de cien, se traen y se descuenta del precio final; si no se logra o si se arrepiente, se devuelve esa fianza. Aunque augura que esto no pasará porque la preventa va viento en popa. La fecha tope es final de junio, primeros de julio. 

«Nuestro objetivo es llenar las ciudades de bicis. El problema en España es que se asocia a deporte y no a vida sana. En otros países te puedes encontrar desde una señora de 80 años hasta un niño de cinco», ilustra al tiempo que observa que en Holanda, el Estado y todos los ayuntamientos se han comprometido a que a partir de 2030 toda su economía será circular.