Las Cunas Climáticas necesitan más manos

G. ARCE
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El Padre Aramburu inicia una campaña entre empresas, instituciones y particulares de Burgos para impulsar el patrocinio de las incubadoras portátiles para el tercer mundo, un proyecto humanitario que no deja de crecer

Los voluntarios de grado medio de Mecanizado fabrican estas cunas con destino a hospitales de países pobres o en guerra. - Foto: Alberto Rodrigo

La demanda de incubadoras portátiles para neonatos no deja de crecer por el mundo y no solo en los hospitales  de los países más pobres de África, Latinoamérica o Asia, sino también en los de Ucrania, asolados por la guerra y los problemas de suministro energético. El proyecto solidario en el que participa el instituto Salesianos Padre Aramburu, conocido como el de las Cunas Climáticas, salva vidas y es un éxito, pero por eso mismo necesita de la colaboración y el patrocinio de empresas, instituciones y particulares para seguir cumpliendo sus objetivos.
La idea de las Cunas Climáticas surgió de dos ONG navarras, Medicina abierta al Mundo y Ayuda a Contenedores, y se inició en el colegio de los salesianos de Pamplona. Dos años después son 10 colegios participando en la confección de las cunas, entre ellos el de Burgos, una tarea que se ha incorporado al programa de formación de los centros y que este curso también se incentiva con el voluntariado entre los alumnos.

En el Padre Aramburu, explica Javier Tapia, jefe de taller del centro, se dedican desinteresadamente dos tardes libres a la semana para mecanizar cunas, lo que visualiza la necesidad y demanda de estas incubadoras de bajo coste (350 euros la unidad) fabricadas con materiales ligeros para facilitar su transporte y manteniendo. 

La virtud de las cunas del Aramburu es que pueden proteger a un recién nacido donde no hay suministro eléctrico, conectadas a la batería de un coche o a una placa solar. No requieren ni el mantenimiento, ni la formación, ni los recambios que necesita una incubadora hospitalaria profesional. De hecho, los fallos en estas cunas todoterreno se resuelven vía móvil desde España, gracias a un software donado por una empresa.   

El proyecto, apunta Tapia, ha entrado en una dinámica que necesita del apoyo externo para seguir adelante con garantías. Hacen falta herramientas para mecanizar y también maquinaria para mejorar los procesos de fabricación, como el utillaje de vacío. También necesitan un servicio de transporte a Pamplona, una empresa que se preste a ofrecer espacios para llevar y traer materiales en sus rutas a la capital navarra, «lo que nos permitiría abaratar muchos costes».

A falta de transporte, puede haber empresas en Burgos que donen el material necesario, principalmente, metacrilatos o polímeros. 

Una tercera línea de ayuda pasa por el patrocinio de las propias cunas o de partes de las mismas, actividad que genera beneficios fiscales. «De hecho, la participación de las empresas nos ha permitido reducir el coste por unidad, y eso en un momento en el que el coste de los materiales se ha multiplicado».

También es posible que empresas, instituciones (como ayuntamientos) o particulares donen expresamente una cuna para su envío a un determinado destino. 

«Hemos llevado una treintena de cunas a Ucrania para atender al creciente número de madres prematuras en el país en guerra y a los problemas de suministro energético en los hospitales. No hemos podido atender la demanda de este país, que superaba el centenar. Las que están ya allí han sido donadas desde España y no tienen ningún coste para los hospitales o las ONGucranianos». 
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