Espinoza o el lenguaje de la materia

R. PÉREZ BARREDO
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Peruano de nacimiento, Francisco Espinoza Dueñas, fallecido la pasada semana en Sevilla, fue un burgalés más durante el cuarto de siglo que residió en Burgos, ciudad a la que dinamizó con su arte universal y su vocación docente

Espinoza o el lenguaje de la materia - Foto: Diario de Burgos

Su presencia constituyó un soplo de aire fresco, una nota exótica y sensual en la tierra sagrada de las piedras seculares. FranciscoEspinoza Dueñas, fallecido la pasada semana a los 94 años de edad enSevilla, ciudad que fue su último destino, fue un artista total que dejó una huella indeleble en Burgos durante los casi 25 años que residió en la ciudad. Ceramista portentoso, muralista totémico y singular, pintor amamantado en la vanguardia pero eterno espíritu libre, se obstinó toda su vida en conocerse a sí mismo y en absorber toda manifestación artística para convertir su obra en un crisol que llegara con plenitud al hombre.Nacido en Lima (Perú) en 1928, llegó a España becado por el Instituto de Cultura Hispánica a mediados de los años 50.Amplió su formación en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid en la Escuela Nacional de Artes Gráficas antes de dar el salto soñado para cualquier artista, París, donde completó su formación como ceramista. Tras trabajar tres años como profesor en la Escuela Nacional de Arte de Cuba, donde creó la cátedra de Grabado, en 1969 regresó a España para instalarse en la ciudad de Burgos.

Pronto se convirtió en uno de los referentes artísticos de la Cabeza de Castilla. Más aún cuando, en 1979, convirtió su casa-taller de Las Huelgas en escuela para cursos experimentales de iniciación a la cerámica que dieron unos resultados extraordinarios: por el Gran Taller de Arte y Pedagogía pasaron cientos de jóvenes artistas en potencia, aunque no siempre viera apoyada su empresa por las instituciones. No le importó. Tenía un sueño alto: «Aspiro a mucho. Aspiro a crear escuela. A promover en Burgos un movimiento artístico que entronque con la antigüedad románica y gótica. En esta especialidad tan sugestiva como es la creación manejando arcilla, quiero que Burgos recobre un prestigio que merece de amplitud supraprovinciana, de hálito universal.Por ello deseo crear escuela. Y por eso llamo especialmente a los jóvenes.Les llamo y espero.Todo aquel que sienta el impulso de la vocación no vacile en venir.Encontrará en mí el maestro generoso, atento, comprensivo. Trabajando juntos, ilusionadamente, podremos llegar muy lejos. Mis brazos y las puertas de mi taller están abiertos...», anunciaba este soñador de fraternidades, que ofrecía cursos no sólo de cerámica, sino también de grabado, pintura, arte mural y dibujo.

(Reportaje literario y fotográfico completo, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)