Una bonita mañana de otoño. Un paseo por los alrededores de la ciudad para disfrutar de esa joya que es el cinturón verde. Pájaros cantando, el sol templando el frescor de la mañana. Una silla de niño rota a la vera del camino. Puertas de electrodomésticos viejos, maderas, tejas partidas, ladrillos, latas de refresco, sacos rotos, plásticos arrugados. Un sofá tirado en medio del pinar.

La escena la conocen bien los paseantes o ciclistas habituales de los campos cercanos a la ciudad de Burgos. No hace falta alejarse mucho, porque a veces se encuentran incluso dentro del casco urbano, para toparse con el rosario de escombreras ilegales que surgen como setas a lo largo de todo el año y que parecen no tener solución. Son una verdadera plaga ante la que el Ayuntamiento solicita la colaboración ciudadana para tratar de atajarla o al menos de acortar en lo posible su esperanza de vida.

El área de Medio Ambiente confiesa que estos vertederos descontrolados preocupan y mucho, pero aporta un listado exhaustivo para demostrar que tratan de hacerle frente. A lo largo de 2019, y gracias a los Planes de Empleo que permiten reclutar personal para ejecutar este tipo de trabajos, limpiaron 11 ubicaciones en el cinturón verde y otras tantas consideradas «escombreras urbanas».

Volverán a atacarlas con el Plan de Empleo de 2020 que este año se alargará hasta febrero, porque además tienen localizadas otra decena de puntos conflictivos. En total, una treintena que salpican todos los puntos cardinales del término municipal, habitualmente junto a caminos o carreteras secundarias, que son poco transitadas y que permiten acercarse con un vehículo para depositar los residuos.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)