Los expertos financieros lo denominan la enfermedad silenciosa, el colesterol del bolsillo, que sube y sube sin que casi se perciba hasta que las economías domésticas y empresariales estallan, al menos, las más vulnerables. No lo harán estas últimas semanas del año, donde la inercia de las celebraciones y el cierre de ejercicio amortiguan casi todos los males, pero sí se espera una cuesta de enero especialmente dura tras 9 meses de alzas del coste de la vida, la escalada más dura de los últimos 30 años.

La inflación ha alcanzado en octubre -el dato de noviembre se conocerá esta semana- los peores registros desde principios de los años 90, a nivel nacional y también en el ámbito provincial. El 5,7% de subida anual registrada en Burgos en el décimo mes del año es la mayor tasa de la serie estadística del INE, iniciada en enero de 1994, y supera en dos décimas el dato de julio de 2008, que ha sido el más extraordinario hasta la fecha.

Es importante subrayar el factor tiempo, pues el indicador adelantado del IPC para noviembre -que ya se conoce- apunta a una nueva subida de otras dos décimas.

A la espera de conocer la evolución real de los precios esta semana, los expertos se afanan en visibilizar lo que supone la inflación para una economía. Si tomamos el valor de un euro en el año 2000 y le sumamos el fenómeno de la subida (y bajada) de precios registrada hasta la fecha perdería casi un 38% de su poder adquisitivo a día de hoy en España. Aplíquese este porcentaje a la cesta de la compra doméstica, a las cuentas empresariales y también a salarios y pensiones...

El dato lo aportaron los economistas del BBVA en una reciente jornada celebrada por Diario de Burgos en el Fórum Evolución, los mismos expertos que advirtieron que la crisis de 'colesterol' alto durará, al menos, hasta mediados del próximo año en España siempre y cuando baje la presión de los precios de la energía, carburantes y, sobre todo, electricidad. Dicho esto, noviembre será un escalón más en la escalada de precios en la que estamos inmersos desde febrero.

Antecedentes

En la anterior crisis inflacionista, en el primer semestre de 2008, empezaba a cuajar la debacle económica de las hipotecas basura y la burbuja de la construcción; en 2021, estamos inmersos en la gran resaca de la pandemia, con los enormes problemas de falta de suministros, cuellos de botella en logística y desorden en la demanda mundial.

En ambos periodos inflacionista, la energía -el petróleo y la electricidad- fue el principal elemento de preocupación del que dependía el nerviosismo de los precios.

Sin embargo, tensiones tan brutales como las actuales no han existido nunca. Entonces la subida de los precios energéticos se cifraba en un 8,9% y ahora superamos el 21%, mientras el capítulo del transporte ha pasado del 10,7% de subida en julio de 2008 al 14%.

Sin cláusula

La desviación de los precios en 2008 respecto al objetivo oficial obligó al Estado a desembolsar miles de millones de euros para cubrir las pensiones. Este año también será obligado este desembolso.

Pero la diferencia con respecto a hace 13 años es que la cláusula de revisión salarial, la que permitía adaptar los sueldos a la evolución del coste de la vida, ha desaparecido en la mayoría de los convenios a raíz de la aprobación de la última reforma laboral.

Entonces, el 69% de los trabajadores estaban cubiertos ante la subida de precios, lo que ascendía a más de 5,8 millones en el conjunto del país. Hoy, son menos de 1,5 millones, apenas un 20%.

En Burgos solo hay cinco convenios sectoriales que mantienen, aunque con matices, esta salvaguarda (Metal, bodegas y distribuidores de vinos y licores, confitería, panaderías y herboristerías). La variación salarial de los convenios hasta este mes de noviembre es del 1,4%, cuatro puntos y medio por debajo del IPC vigente...