Estados Unidos y Asia nos dejan sin madera

G. Arce
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Aserraderos y fabricantes de embalajes acusan la falta de materia prima y fuertes tensiones en los precios. Reclaman elevar las cortas en los montes locales para reducir la dependencia de las importaciones

La producción de embalajes y palets se está resintiendo por el alto precio de la madera. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Falta madera y los precios de la poca que hay disponible en el mercado están prohibitivos. Los aserraderos y fabricantes de embalajes de Burgos -y por extensión sus clientes en la industria, la construcción, la alimentación, el mueble...- llevan soportando "y controlando" meses de fuertes tensiones en su negocio. El origen del problema está en la crisis desatada por la pandemia y a miles de kilómetros, en Estados Unidos y en Asia, que están acaparando toda la producción maderera mundial hasta tal extremo que en la comarca de Pinares o en Las Merindades, donde abundan los bosques y los aserraderos, se las ven y desean para dar de comer a las sierras.

"Vivimos en un momento de convulsión mundial. De hecho, desde Francia se está impulsando una iniciativa a nivel europeo (Stop Log Exports) para paralizar la exportación masiva de troncos a China y apostar por la industria de transformación propia". El proyecto, explica el maderero Roberto García, presidente de Burmadera, lucha contra los precios que chinos y también estadounidenses están pagando en la subasta desatada en los últimos meses por las producciones de los principales mercados madereros de coníferas europeos (Rusia, Finlandia, Noruega, Suecia, Austria y Alemania) y también en Brasil, Chile...

Al igual que ha ocurrido en España, en Estados Unidos la pandemia ha impulsado la moda de las reformas de viviendas y en este gigantesco mercado la madera -que además cotiza en bolsa- es clave para estas obras. La demanda se ha cuatriplicado en un año y es mayor si cabe, explica García, responsable de Maderas García Varona, porque se ha generalizado un cambio de hábito de consumo en torno a este producto natural, el mejor sustitutivo del plástico o el acero. "Se ve como un producto ecológico, ya que es un depósito de carbono durante el ciclo de vida del árbol y no genera las emisiones ni los consumos, por ejemplo, de la fabricación de una viga de acero".

En paralelo a Estados Unidos, China continúa con su estrategia de autoabastecimiento de todo tipo de materias primas aprovechando la ventaja obtenida sobre el resto del mundo en la carrera por salir el primero de la crisis de la pandemia y consolidar su hegemonía planetaria.

España -también el medio centenar de aserraderos operativos en la provincia- es importadora de esa madera europea que se han llevado los grandes. Los restos que quedan (los stocks de Suecia se sitúan en el nivel más bajo en 20 años) se pagan y mucho. No son pocos los que piensan que ha llegado la hora de explotar de forma sostenible los bosques nacionales al igual que se está haciendo en el resto de Europa, para evitar la fuerte dependencia de las importaciones. "En España hemos sido importadores y ahora estamos intentando suministrarnos con nuestra propia producción, lo que consideramos que generará la economía circular en torno al monte y su aprovechamiento".

En Europa, explica el presidente de Burmadera, se corta/reforesta el 80% de lo produce el monte y se mantiene un 20% en la reserva; en España no se llega al 40% porque, hasta ahora, "no había demanda, ni subastas, ni medios para transformar una madera". La covid va a acelerar este proceso de explotación sostenible de los bosques y, aunque hará falta tiempo de adaptación, el sector forestal y el maderero provincial cobrarán mayor impulso y protagonismo. Burgos, destacan, hará valer su tradición maderera en el nuevo escenario comercial que va abrir la pospandemia.

 

"Estamos pagando hasta un 40% más que hace 6 meses" 

En la provincia opera una decena de empresas madereras dedicadas a las fabricación de embalajes, palets y bobinas, principalmente. La situación que viven es excepcional y deja pequeños los problemas que sufrieron a principios de los 90, cuando se desató el boom de la construcción y la madera se derivó a otros usos que no eran su negocio.

Arturo Rica, gerente de Ribsa, fabricante de grandes bobinas para transportar cable, creó entonces su propio aserradero en Huerta de Rey para evitar el riesgo de desabastecimientos. "La madera en Burgos es demasiado cara para nosotros. Tenemos montes muy viejos y con muy buena madera de 130 años, pero no es para embalaje y por eso tenemos que acudir a otros mercados. Cada año, por ejemplo, traemos del País Vasco más de 1,5 millones de toneladas cada año de pino de crecimiento rápido (60 años) para serrarla en las plantas de Burgos".

El principal fabricante de palets de España es Castellón y está directamente vinculado a su principal cliente, la industria de la cerámica. Castellón saca al mercado un millón de palets mensuales que se confeccionan con la madera de pino escandinavo, cuyo precio esta hoy imposible para hacer rentable un palet.

"Decían que en septiembre u octubre se normalizará el mercado, pero no tiene pinta... En nuestro caso, seguimos trabajando aunque el precio de la madera ha subido un 40% y el del acero un 50%. El precio de venta final ha subido entre un 25% y un 35% en 6 meses en España y mucho más en el resto de Europa". Son porcentajes, reflexiona Rica, difícilmente sostenibles en el tiempo salvo que, como está ocurriendo, sea el cliente final -también el que compra frutas, patatas o refrescos- aporte su parte para cubrir el sobrecoste en los embalajes.

"Se sigue demandando mucha madera y muchos aserraderos están yendo al mejor postor para hacer negocio, lo que sigue encareciendo los precios, incluso de la madera en pie".

Este industrial insiste en la idea de que en Burgos y, por extensión en Castilla y León y España, "el monte crece más que se corta" y que si algo se puede extraer bueno de esta crisis es una gestión mejor y mayor de los recursos forestales que tenemos al alcance. "Si en el País Vasco lo hacen, ¿por qué no aquí?".