Este año no habrá San Juan del Monte. Aunque el cambio del festivo al 31 de agosto había dado lugar a todo tipo de especulaciones, la Cofradía deja claro que las fiestas están suspendidas de forma definitiva y que esa medida tiene únicamente como objetivo dar un impulso a la hostelería local, pero que no se celebrará ningún acto ese fin de semana ya que para entonces la situación sanitaria no habrá mejorado lo suficiente como para permitirse concentraciones masivas. A estas alturas está en el aire hasta la celebración del Ermitaño, que tiene lugar en los primeros días de septiembre.
Aún así, los mirandeses tienen oportunidad de ponerse la blusa aunque no para ir de romería. Y es que ya se ha empezado a desarrollar un programa online en el que no falta de nada: bombazo, alubiada, desfile, concurso de charangas,... eso sí, todo retransmitido a través de redes sociales y con imágenes de archivo para evitar que los sanjuaneros tengan la tentación de concentrarse en los lugares en los que tradicionalmente se celebran dichos actos.
El próximo sábado poco antes de las 18.00 horas las campanas de todas las iglesias repicarán de una forma especial, y aunque no saldrá el bombo del agua, «animamos a todos a salir al balcón y apladir o tocar un instrumento», pide Álvaro de Gracia. Los días previos se emitirán entrevistas radiofónicas, el pregón y la designación de sanjunaneros, que se hará sin gala y eligiendo a personas que tengan que ver con los servicios esenciales que han funcionado durante la pandemia. Durante las fechas indicadas «animamos a los mirandeses a vestir la indumentaria de sus cuadrillas para realizar sus actividades cotidianas así como a decorar los balcones para mantener ese espíritu sanjuanero, pero siendo responsables y cumpliendo todas las medidas sanitarias», pide el presidente de la Cofradía, quien adelanta que estas fiestas se documentarán en imágenes para engrosar luego el archivo histórico ya que será la tercera vez que se suspenden en el último siglo. Las dos anteriores fueron durante la Guerra Civil.
Afortunadamente la Cofradía aún no había contratado las verbenas y actuaciones musicales por lo que el descalabro económico no será tan acusado, aunque la entidad tiene unos gastos fijos derivados sobre todo de la oficina en la que atiende y se trabaja durante todo el año, y a los que ahora tendrá que hacer frente con un presupuesto que se verá reducido de los 200.000 euros habituales a los poco más de 60.000 que se ingresará esta edición en la que han desaparecido parte de las subvenciones públicas y las principales fuentes de financiación (barracas, hostelería, patrocinio de empresas,...).
Por eso el apoyo recibido por los 6.000 cofrades que han decidido pagar su carné a pesar de que no habrá fiestas, supone una gran ayuda para cuadrar las cuentas, igual que la aportación del Ayuntamiento, que ha seguido colaborando con el colectivo más numeroso de la ciudad.