31 multas por botellón y ruidos en la vuelta a la noche

S.F.L.
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Las patrullas nocturnas de la Policía Local se retoman en Briviesca durante la semana de fiestas después de un año sin servicio. La mayoría de denunciados son menores de edad

31 multas por botellón y ruidos en la vuelta a la noche

Los agentes de la Policía Local de Briviesca han interpuesto 31 denuncias por botellón y ruido durante las ocho noches en las que el servicio ha permanecido operativo después de un año. La patrulla nocturna, que ha estado en activo desde el domingo 9 de agosto hasta la madrugada del 17, ha conseguido disolver varias reuniones al aire libre de menores de edad que acompañaban sus veladas con alcohol y música. Asimismo, el cuerpo de seguridad municipal ha tramitado ocho denuncias a vecinos por carecer o no hacer uso correcto de la mascarilla de protección en la vía pública.

El pasado domingo 9 de agosto el alcalde de la capital burebana, Álvaro Morales, lanzó un bando en el que informaba a los briviescanos que los parques y paseos se iban a mantener cerrados por las noches para así evitar la aglutinación de gente y la realización de botellones. Andrés y Emilio han trabajado en el turno de noche la semana completa y aseguran que la decisión de precintar las zonas más conflictivas para frenar las quedadas multitudinarias que se estaban llevando a cabo semanas atrás ha tenido su efecto. «Preventivamente se ha solucionado en un 80% el problema del botellón. La gente está concienciada de que las normas hay que cumplirlas y todos aquellos a los que hemos sorprendido bebiendo en la calle eran menores de edad», declara uno de los agentes a los que este periódico ha acompañado en una de las madrugadas.

Esta pareja de policías se ha dedicado a verificar que se cumpliera la normativa, tanto del horario de cierre de los establecimientos de ocio nocturno y hostelería, junto a los locales de peñas, así como disolver la celebración de botellones en la calle o en parques, y el obligatorio uso de la mascarilla. «Por norma general, los ciudadanos están respetando a rajatabla la ley en Briviesca», aclaran.

El servicio de vigilancia ha coincidido con la semana en la que las fiestas patronales de Nuestra Señora y San Roque estaban programadas y pese a que el Ayuntamiento optó por suspender la agenda cultural programada para agosto, el espíritu festivo se ha palpado en el ambiente. Los vermuts han atraído a más personas y tanto durante el día como por la noche, las terrazas de los bares han permanecido llenas. «En época de confinamiento la gente utilizaba al perro como excusa para salir a la calle. Ahora el cigarro y el vaso son la disculpa perfecta para llevar puesta la mascarilla colgada del brazo o en el cuello», declara Pepe, el jefe de la plantilla.

No obstante, los dos policías que han cubierto el servicio nocturno aseguran que los briviescanos han sido muy cívicos y apenas han tenido que intervenir. «Hemos permanecido más tiempo patrullando para dejar constancia de que había vigilancia», exponen. El momento más conflictivo del turno -que iba de 10:10 a 06:10- ha coincidido con el cierre de los locales de hostelería, a las 02:00 de la madrugada. «Los usuarios salían todos a la vez y se juntaban en las calles con vasos y botellines. Prácticamente el 100% de las personas llevaba correctamente la mascarilla pero teníamos que intervenir para que no formases grupos grandes sin mantener la distancia de seguridad», explican.

«Los jóvenes tienen muchas ganas de salir y son quienes más multas se han llevado», aclara Andrés. Ante las reiteradas quejas de los vecinos, los agentes han procedido a inspeccionar dos lonjas en las que se reunían grupos de adolescentes, y tras comprobar los niveles de ruido, optaron por el desalojo y procedieron a su precintado. También les ha tocado correr por el Monte de los Pinos y perseguir a los autores de fiestas clandestinas. «La última noche pusimos más de la mitad de las denuncias de toda la semana. Pillamos a dos grupos bebiendo y ninguno de los jóvenes alcanzaba la mayoría de edad. Requisamos un altavoz porque el escándalo fue tremendo», comentan.

Igualmente, han acudido durante tres noches consecutivas a la estación de trenes porque un vecino se acercaba al lugar y acometía algún acto vandálico y los vecinos tenían miedo.