Se llamaba Bessie, vivía en la Demanda y tenía una pareja con la que quería formar una familia. Hasta que un tendido eléctrico se cruzó en su plan de vuelo y falleció, en alguna fecha indeterminada del pasado otoño. Un cazador localizó el cadáver de esta hembra de buitre negro en Tolbaños de Arriba el 24 de noviembre y avisó a Grefa (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y de su Hábitat), responsable del Proyecto Monachus para la recuperación de esta especie en la zona.

Es la tercera ave que fallece electrocutada desde que a finales de 2017 realizaran la primera liberación de buitres negros. De aquellos 44 individuos, 5 han muerto y uno, Arlanza, sigue desaparecido. Su rastro y el del emisor colocado se pierden en la playa de Matalascañas. Tras la retirada del cadáver por los agentes medioambientales, Grefa pidió a Iberdrola que corrigiera la línea, lo que ya ha hecho con medidas antielectrocución y anticolisión.

Bessie nació en 2016, ingresó en el Centro de Recuperación de Animales Salvajes (CRAS) de Burgos procedente de La Vid, donde la encontraron desnutrida y débil. Tras un periodo de aclimatación en las jaulas de Huerta de Arriba, en otoño de 2018 fue liberada y un par de meses después se emparejó con Arpín. Los técnicos de Grefa no sabían nada desde el 24 de septiembre pero intuían que había muerto, porque una hembra en su situación "no tiende a dispersarse y a abandonar a su pareja y su territorio".

Su desaparición causó conmoción, pues era la pareja "más atenta y cariñosa" de todas las del proyecto. "No se separaban el uno del otro, tenían continuas muestras de afecto y eran muy agresivos con otros ejemplares", detallan. Temían pues por la reacción del ‘viudo’. Sin embargo, no tardó ni 2 semanas en volver a emparejarse, precisamente con la compañera de jaula de su ex, Bioco, y tienen opciones de reproducirse este año. La naturaleza es sabia.