Letras originales

A.G.
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Frente a la invasión de franquicias que han igualado con sus rótulos los centros de todas las ciudades del mundo, un grupo de valientes se resiste a la unanimidad y aporta valor al paisaje urbano

Fachada de sombrerería Teodoro - Foto: Daniel Canas

Por miles de razones es una suerte vivir en una ciudad con la catedral gótica más bella del mundo. He aquí una más: gracias a su perfil sería muy difícil alcanzar la distopía de que alguien que llegara a la ciudad con los ojos vendados no supiera a ciencia cierta en qué lugar se encuentra. Porque al paso que vamos no es seguro que lo pudiera adivinar a través de los comercios. De un tiempo a esta parte las ciudades (sobre todo en sus centros históricos) han sido colonizadas por los mismos rótulos de los mismos colores de las mismas marcas. Y Burgos no es ninguna excepción.

Z ara, Mango, Body Shop, Ale-Hop, Massimo Dutti, Desigual, Bershka, Springfield, Intimissimi, Oysho..., todas las marcas han vestido de idéntico color las calles, lo que ha terminado con su singularidad uniformando tristemente los paisajes urbanos. Y frente a ellas, en todos los sentidos, principalmente en el comercial y económico pero también en el visual, hay valientes que resisten y que aún le dan sabor a los rincones de Burgos y dejan constancia de un rico patrimonio gráfico. Las bonitas letras del bar Imperial (calle Molinillo), la elegancia modernista del letrero de Santos Soria (Plaza Mayor) o de la librería Espolón, el desarrollismo que se intuye en el setentero cartel de la cafetería Vigón son joyas que, según los expertos, no pueden perderse bajo ningún concepto.

"La nostalgia que me provocan los carteles históricos de los comercios a nivel profesional me habla de una época en la que, para empezar, ante la ausencia de grandes cadenas globalizadas cada uno tiene su originalidad e individualidad, y para seguir, la de cuando el diseño gráfico solo existía de manera profesional. Ahora, entre los diseños globales y que todos tenemos un primo con photoshop es muy difícil volver a tener paisajes urbanos tan únicos", explica con humor la publicista burgalesa Claudia Vicente, que destaca de entre la pequeña colección que aparece en esta página la perfumería De Miguel, de Villadiego: "Es el lugar donde me imagino comprando a la madre de Celia en las ilustraciones de las primeras ediciones de los libros de Elena Fortún. ¿Alguien sentirá algo parecido dentro de 60 años cuando vea el cartel de Sephora? Puede ser, pero lo dudo bastante".

A Rosa López, diseñadora gráfica y miembro de la recién creada Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico -precisamente para que estos rótulos no desaparezcan ni vayan a la basura-, le ha llamado la atención la madera utilizada en varios de ellos, como en la mítica tienda de ultramarinos, cerrada ya hace años, Juanito, de la que tanto se acuerdan los alumnos del Niño Jesús: "No quedan ya muchos carteles con este material".

Este colectivo, que engloba a profesionales de diferentes disciplinas que se han encontrado a través de Instagram, considera los rótulos clásicos tan patrimonio como cualquier monumento: "Casi todas las ciudades se han convertido en una franquicia total, por lo que conservar los rótulos singulares es darle un valor histórico y social añadido a las calles".