Batalla por las colmenas

B.A.
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La regulación de la actividad apícola enfrenta a profesionales y ayuntamientos, que se encuentran con las manos atadas para poder ordenar la presencia de apicultores foráneos a gran escala

La ordenanza establecía el pago de una tasa y regulaba distancias. - Foto: Jesús J. Matí­as

Las abejas producen una dulce miel, pero la presencia de colmenas a nivel profesional está dejando en algunos ayuntamientos de la provincia un sabor amargo. El problema, la regulación de una actividad apícola en la que, según los consistorios, existe un vacío legal que intentan regular, pero donde se topan con demandas de asociaciones de agricultores profesionales en lo que se está convirtiendo en una batalla legal a nivel estatal por regular más esta actividad o mantenerla como se encuentra en la actualidad, en el caso de la provincia sometía a una norma general y a la Ley de Prevención Ambiental de la Junta de Castilla y León.

El último caso relacionado con esta polémica ha sucedido en Rabanera del Pinar. Su ayuntamiento aprobó en pleno dos normas: una de aprovechamientos apícolas, en la que se regula, entre otras, las condiciones de ubicación, asentamiento y movimiento de colmenas, distancias mínimas o control sanitario; y otra de tasas por instalación de colmenas, donde se recoge el cobro de 10 euros por colmena instalada en el caso de ser profesional (26 o más colmenas), quedando exentos de su pago los empadronados en el municipio con al menos 5 años de antigüedad.

Cuando tuvo conocimiento de ellas, la Asociación de Apicultores Salmantinos interpuso un recurso contencioso administrativo. Al recibir la notificación, elAyuntamiento de Rabanera del pinar acudió para informarse a la Federación de Municipios yprovincias, desde donde les remitieron varias sentencias desfavorables a los consistorios donde las localidades habían argumentado términos similares a los que pretendían presentar.Conscientes de la gran dificultad de obtener una victoria judicial en el proceso, se allanaron a la demanda, por lo que el juzgado no les condenó en costas pero anuló ambas ordenanzas.

La clave del caso y la piedra en el zapato de los ayuntamientos, reside en que no tienen competencias para poder regular.«Estas demandas no son solo en contra del Ayuntamiento de Rabanera, sino contra el municipalismo, es un problema de muchos pueblos», subrayan.

Según explican desde el Consistorio de Rabanera, todo se origina con la última reforma de la Ley de Bases de Régimen Local.«Nos quitan a los municipios las competencias de medio ambiente en suelo rústico, solo las tenemos en medio ambiente en suelo urbano, pero en un pueblo muchas veces es difícil la delimitación.En este caso, ¿se puede controlar dónde van las abejas?», se preguntan. Además, aseguran fuentes municipales que existe una laguna legal que se debería cubrir desde la Junta de Castilla y León. «Por un lado nos dicen a los Ayuntamientos que regulemos las actividades en nuestros municipios y por otro nos dicen que igual estamos cogiendo competencias que no son nuestras.Si no son nuestras, que las asuman desde la administración regional», comentan.El Ayuntamiento de Rabanera avanza que está trabajando en una ordenanza «más hilvanada», en la que se van a cuidar más los términos y que llevará un tiempo redactar. 

NO SOLO TASAS. Desde el Ayuntamiento de Rabanera insisten en que la legislación que pretendían implantar iba más allá de cobrar tasas por la instalación de colmenas.«Recogía distancias para mantener la seguridad y vigilar el área de pecorea, y también un control fitosanitario, así que en este sentido era una norma beneficiosa para asegurar que las abejas que vienen de fuera lo hacen con garantías y no afectan a los más de 10 apicultores aficionados de la localidad. También es importante saber cuántas colmenas hay y dónde están exactamente», detallan.

En relación al cobro de la tasa, «que parece que es lo que más preocupa a los profesionales», desde el Ayuntamiento aseguran que en parte es una compensación por el uso exclusivo de esa zona de monte y por el coste administrativo de buscar esos espacios para las colmenas.«Pagan los madereros, los ganaderos, los seteros y los cazadores.Todos menos los apicultores.Es cierto que polinizan pero estamos hablando de que es una actividad comercial.Ellos la miel no la regalan y aunque alegan que siempre ha sido así, que sus abuelos y sus padres no pagaban cuando traían colmenas, las cosas cambian.Antes no se pagaba por aparcar en la calle o por poder recolectar setas y ahora sí», apostillan. Lo cierto es que la demanda de espacios burgaleses para la instalación de colmenas ha crecido en los últimos años. «Además, al tener aquí la explotación pueden decir que es miel de roble, que está muy bien vista», añaden.