"No queremos que Juan XXIII sea una guardería de la droga"

F.L.D.
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Vecinos de la zona se quejan del trapicheo que hay a diario en el parque y las canchas, donde algunos jóvenes también fuman a pocos metros de donde juegan los niños, y piden más control

"No queremos que Juan XXIII sea una guardería de la droga" - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

El cielo amenaza lluvia y apenas hay gente en la plaza de la barriada Juan XXIII. Dos adolescentes se sientan en un bordillo y a mirar sus móviles y apenas cruzan palabra entre ellas. A pocos metros de allí, cuatro niños juegan en una de las porterías de la cancha, un lugar al que a eso de las 7 de la tarde suelen ir chavales a fumar porros. Algunos vecinos se quejan de que el olor del ‘canuto’ se hace más intenso en los días de viento. Pero eso no es lo que más les preocupa. La cercanía con los más pequeños y el trapicheo que a veces se ve en este parque de Gamonal alertan a un vecindario cada vez más envejecido que  apenas ha sufrido intervención municipal en los últimos años.
No es la única protesta de unos vecinos cansados de luchar contracorriente. El abandono del arbolado, del mobiliario urbano y los grafitis que inundan las paredes, bancos y bordillos, son el pan nuestro de cada día en este barrio. El número 25 es uno de los edificios más asediado de pintadas, y eso que hace no mucho los propietarios invirtieron 6.000 euros en limpiarlo. «De nada sirve. A los días los vándalos vuelven a las andadas y lo dejan como estaba», explica Miguel Ángel Gómez, miembro del consejo de Juan XXIII. «Es una pena que», prosigue, «después de que hace diez años invirtieran 2 millones de euros en arreglar la plaza se olviden por completo de mantenerla». 

La batería de quejas y propuestas que trasladan alAyuntamiento desde esta barriada, incluida su negativa a que en Artillería se construyan viviendas, es prácticamente interminable. Los representantes vecinales llevan muchos años moviéndose para darle otro aire a Juan XXIII. Pero ahora centran sus esfuerzos en acabar con la droga. «Se va a convertir en una guardería de cómo fumar marihuana y eso no se puede permitir», recalca Gómez. Al debate se une José, que vive en una de los bloques que dan al parque central y que saca cada pocas horas a su perro a pasear. «Lo veo todos los días. Ahora he pasado por un bar y he visto a chavales que siempre andan por aquí fumando y vendiendo. Todos sabemos quiénes son, pero nos da miedo decir nombres y apellidos por no tener problemas con ellos», explica. Para él, la culpa es de los padres y la poca educación que les han inculcado. De hecho, indica, no solo se dedican a coquetear con sustancias, sino que «dejan las calles sucias». 

Esto provocó que en las últimas fiestas de la Virgen de Fátima la verbena, que los vecinos presumen de ser la mejor de la ciudad, durara menos de lo esperado. «Al final de la noche quedaba todo destrozado  y luego nos tocaba pringar a los de siempre», protesta Miguel Ángel. A eso se le unen los altercados violentos que han ocurrido en estos últimos meses, con especial relevancia a uno ocurrido hace apenas unas semanas. Al parecer, una discusión entre varias personas motivó la presencia policial, que tuvo que buscar y requisar un cuchillo utilizado durante la reyerta. Tampoco hace mucho que varios agentes tuvieron que acudir a la llamada de varios propietarios de coches que sufrieron daños después de que un conductor borracho les embistiera. 

«Queremos más presencia policial, que se pasen aunque sea dos o tres veces al día para ver si así al menos los que fuman y pasan droga no lo hacen delante de los niños», exige Gómez, quien plantea también la posibilidad de instalar cámaras de videovigilancia como la que hay en Las Bernardillas. Todo con tal de evitar que la droga termine de arraigar en Juan XXIII.