Feromonas para luchar contra la procesionaria

C.M. L.M.
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La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es un lepidóptero (mariposa) que ataca a las coníferas, sobre todo pinos, pero también a cedros y otras especies. Forma bolsones en las ramas de los árboles y se alimenta de las acículas.

Imagen de la procesionaria en un pino. Foto: Jesús J. Matías.

Las orugas pueden provocar reacción alérgica, tanto a las personas como a los animales, especialmente a los perros.
En las zonas urbanas se actúa de manera inmediata eliminando los bolsones sobre los árboles cuando se encuentran. En aquellos casos en los que los bolsones aparecen en árboles muy grandes o en zonas de difícil acceso se colocan dispositivos en el tronco de los árboles como el que ilustra la fotografía que acompaña a estas líneas que impiden el acceso de las orugas al suelo y quedan recogidas en una bolsa.
En otros casos se opta por trampas de feromonas para capturar los ejemplares adultos y evitar la aparición de nuevas generaciones. Estas sustancias se colocan en las trampas para atraer a los machos y les desorienta para evitar la reproducción, momento que se aprovecha para introducirlos en una cámara.
El aumento de las temperaturas favorece las plagas como la de la procesionaria. Antaño las condiciones climáticas eran adversas para el desarrollo de esta especie en el entorno de la ciudad, pero cada vez son más favorables y, por tanto, la presencia va siendo más generalizada, según indica desde la Concejalía de Medio Ambiente.
En las zonas de pinares, fuera de los jardines públicos, la presencia es cada vez más evidente. No causa daños sobre la vegetación, pero sí es posible que se puedan producir en el Cinturón Verde encuentros desagradables de las orugas con personas o sus mascotas debido al uso social tan importante de estos espacios forestales. 
Por este motivo la Concejalía de Medio Ambiente y Sanidad ha iniciado la contratación de un servicio para la captura mediante feromonas de ejemplares adultos de esta mariposa con el objeto de impedir en lo posible su reproducción y controlar la dispersión de la plaga. Se espera que pueda estar contratado la semana que viene por un importe de 18.000 euros.

SUPERFICIE AFECTADA

Las plagas de procesionaria en los espacios verdes de la provincia siguen unos ciclos. Las grandes venidas suelen producirse cada 5 o 6 años, aunque eso no exime de grandes concentraciones puntuales. Una vez que las orugas ‘terminan’ con una zona, detectan escasez de alimento y suelen enterrarse, para volver a salir tiempo después, cuando los espacios se han regenerado. De esta forma, si en 2016 se vieron afectadas 9.400 hectáreas, según confirman desde el Servicio de Medio Ambiente de la Junta, mientras que el año pasado fueron 4.000. De cara a este curso, apuntan que hay hasta 1.500 hectáreas con problemas. En la zona de la capital, las zonas de repoblaciones de pino laricio, en el cinturón verde, el Plan Jerez, Fuentes Blancas o el cerro del Castillo son las principales damnificadas. La administración regional no tiene previsto realizar tratamientos específicos contra la procesionaria, pero sí ha recomendado a municipios y colaborado en su extinción, recomendando la instalación en zonas periurbanas de trampas que impidan que se entierren, una vez ‘colonizan’ un árbol, y vuelva a repetir el proceso. El Ayuntamiento, parece, ha tomado nota.

 

 

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