La Numancia de los turmogos está en Sasamón

P.C.P.
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El equipo de Esperanza Martín publica una investigación en la que sostiene que esta etnia prerromana resistió en el cerro burgalés y obligó a las tropas de Augusto a montar un costoso asedio

En este plano se localizan restos de las estructuras típicas del asedio romano, circumvallatio y contravallatio, y el campamento.

A los turmogos siempre se les ha tenido por un pueblo sumiso. Nada que ver con el carácter guerrero de los astures, cántabros o galos que plantaron cara al ejército romano en los asedios más famosos de aquellos siglos. Pero la investigación que acaba de publicar la arqueóloga Esperanza Martín y su equipo, auspiciada por la Junta de Castilla y León, podría obligar a reescribir la historia y colocar Segisama al nivel de la Numancia de los íberos o la Alesia de los galos. Quizás no decidieran quitarse la vida antes que rendirse, pero los turmogos no eran ni mucho menos unos cobardes y obligaron a las tropas de Augusto a realizar «la más costosa de todas las opciones en términos militares de esfuerzo bélico» para doblegarles, un cerco con doble amurallamiento.

La Dirección General de Patrimonio encomendó en 2018 al equipo integrado por Martín, Antxoka Martínez, Diego Díez, Fernado Muñoz y Laura Bécares la revisión y puesta al día de las evidencias existentes de la presencia militar romana en Castilla y León. Centrados en Burgos y Palencia, ya había trascendido el descubrimiento mediante el estudio de fotografías aéreas y prospecciones a pie de 40 nuevos emplazamientos, tal y como publicó este periódico en diciembre, algunos posibles «zonas de entrenamiento de tropas o centros de asentamiento durante la construcción del viario o de otros centros militares», o que podrían indicar «puntos de parada de final de jornada en el marco de itinerarios de varias etapas», explica.

«Con todas las dudas y certezas que ofrece todo este conjunto de nuevos hallazgos, estas identificaciones permiten ampliar las fuentes de información y abrir nuevas vías de investigación» para los arqueólogos pero también nuevos horizontes turísticos para la zona, puesto que el turismo de ‘batallas militares’ presenta un potencial del que saben bien en otros países con menos siglos de historia, como Estados Unidos.

«Un yacimiento espectacular». Así de rotunda se expresa Esperanza Martín, porque «realmente asedios descubiertos y demostrados no hay tantos» y menos con esa distribución en torno al promontorio de Castarreño. «Los restos campamentales y estructurales visibles cercando el cerro, indican la ejecución de obras de circunvalación −circumvallatio− y el establecimiento de guarniciones intermedias distribuidas en puntos clave», detalla el artículo publicado en la revista Zephyrus (Universidad de Salamanca), titulado Castramentación romana en la meseta norte: nuevas evidencias de recintos militares en la vertiente meridional de la cordillera cantábrica (provincias de Burgos y Palencia).

«A pesar de que sin una intervención extensa no es posible determinar con precisión la contemporaneidad de los campamentos  y demás estructuras identificadas, la interconexión  entre ellas a través de la circunvalación y la posición coherente entre los restos hallados sí permite plantear esta posibilidad (plano de la izquierda). No sabemos si el objetivo era lograr la rendición por asedio o preparar la toma de la plaza por la fuerza, pero las fuertes pendientes y el sistema de multivallado no ofrecen muchas opciones para el asalto; salvo quizás concentrando tropas y apoyándose en la artillería y el cuerpo de arqueros», aventuran los expertos.

En cualquier caso, el equipo se muestra convencido que este «complejo dispositivo de asedio» identificado en el cerro de Castarreño, unido «al área que ocupa el núcleo indígena, su sistema defensivo, su posición estratégica en las vías de comunicación prerromanas, así como su peso relativo en su entorno geográfico más inmediato», confirma que este lugar fue el oppidum turmogo de Segisama, que otros sitúan en Castrojeriz.

Además, esto obligaría a «un cambio en el paradigma en torno a la etnia turmoga y su relación con Roma, que debe pasar de una visión pacífica y sumisa a una más ajustada al carácter guerrero de esta sociedad, en coherencia con sus vecinos y con los modelos constatados para las sociedades prerromanas de su época», detallan. Se confirmarían así la versión dada por las fuentes clásicas de la historia y se explicaría la presencia del propio Augusto al frente de las tropas y su elección de los alrededores de Segisama «como base de operaciones, desde la que iniciar la ofensiva contra los cántabros, en lugar de Dessobriga, controlando el cruce de las vías principales» y cerca de «los primeros núcleos de población seleccionados para abatir al inicio de la ofensiva romana del 26 a. C., La Ulaña, en Humada, Burgos y Peña Amaya, en Amaya, Burgos, oppida cántabros en la frontera sur del territorio de estos con los turmogos», añaden.
No obstante, también apuntan la opción de que estuviera vinculado a otras campañas militares, como las de  T. Statilio Tauro el 29 a.  C.,  quien,  según  Dión  Cassio,  luchó  contra  vacceos, cántabros  y  astures», C. Calvisio Sabino en el año 28 o Sexto Apuleyo en el 26.

En Sotresgudo. El estudio también identifica 3 campamentos en el entorno de Sotresgudo. En Tortolondro, «todo parece indicar que se trata de tropas en tránsito, posiblemente hacia Peña Amaya o La Ulaña, puesto que partiendo de Segisama o Herrera de Pisuerga, ocupa una buena posición en la ruta hacia ambos lugares. La superposición de varios recintos y privilegiada posición de control sobre Peña Amaya apunta precisamente hacia la existencia en el mismo de un punto que actuaría como final de jornada y la existencia de un itinerario o ruta» de varios días.

Rodaje de un documental sobre la presencia romana en Sasamón. - Foto: Patricia
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