Campturis continúa rugiendo

Ó.C
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La concentración motera cumple su 30 aniversario con la presencia en las calles de más de 1.000 vehículos, recobrando la ilusión por una cita que tuvo que parar por el bajón que sufrió con las crisis económica. Este año se ha contado con conciertos

Campturis continúa rugiendo Foto: Raúl Canales

No ha sido un año más. No lo ha sido por cumplirse 30 ediciones, por haber superado la crisis y porque este 2019 ha supuesto otro empujón para una cita que ha sabido renacer de sus cenizas. La concentración motera de Campturis vivió ayer su jornada grande con una afluencia según la organización de más de 1.000 motos, de las cuales 600 se inscribieron, aunque en cualquier caso llenaron de ambiente y atronaron con el sonido de los motores en cada rincón de la ciudad, que volvió a sentir el rugido de Campturis.
Una sensación que poco a poco vuelve a notarse con más fuerza tras el bajón en la afluencia que obligó a parar en 2010. Tras el regreso, las cifras se viven como una victoria, aunque los más veteranos ya lo hayan vivido. Incluso, si se compara con los grandes años, la 30ª edición no será de las más numerosas, con el recuerdo de las 4.000 motos en los años grandes en los que se llegaban a inscribir 2.000 personas. No obstante, el ánimo de la organización demuestra que tras haber parado durante siete años, este renacer se vive con ilusión. 
«La salida de la marcha ha sido impresionante», destacaba abrumado el presidente del Moto Club Campturis, Paco Bautista, aunque la llegada de las motos a la plaza de España a medio día tras la ruta organizada por el club tampoco lo fue menos. De hecho, muchos aparcaron en la plaza de Santa María y otros en las riberas del río, en uno de los momentos más vistosos del fin de semana, que además ha contado con un tiempo más que propicio para ayudar con la participación.
 En cualquier caso, el paisaje dominado por las dos ruedas era la mejor prueba de las ganas que había del renacer de esta concentración. Un sentimiento que se puede asemejar a los inicios de la iniciativa, aunque los cambios sociales se notan y mucho, también en el mundo de las motos. «La verdad es que los primeros años todo parecía mucho más sencillo», explica Bautista, quien afirma que «casi casi con mandar un papel a la Federación de Motociclismo y había que hacerla». 
Pero todo esto ha cambiado. Por eso la concentración ha tenido que evolucionar para encontrar su hueco en estas 30 ediciones desde que arrancara al inicio de los años ochenta. Unos cambios que se notan empezando por las localizaciones, porque se tenía que cuidar el espacio «con la evolución que teníamos y la evolución de Miranda». Por eso, Bautista enumera puntos por los que han pasado como Fuentecaliente, los jesuitas o la avenida de Europa. Unas variaciones que también se han notado en estos dos últimos años, puesto que para el regreso de la concentración en 2018 la organización optó por el Pabellón del Ebro, pero al ver la respuesta, este año se subió al Multifuncional, donde poder acoger a más gente y molestar menos respecto al tráfico o con el ruido de los motores.
Las variaciones también se han ido imponiendo con la evolución de las motos. Algo que se sintió sobre todo en la prueba de aceleración, uno de los grandes atractivos en el pasado que se tuvo que olvidar por seguridad. «En los primeros años la moto a los 400 metros cogía los 180 y ahora a esa distancia coge 300, que no es lo mismo», advierte Bautista, que indica que a pesar de que se eliminó hace casi diez años en las inscripciones todavía había motoristas que se acordaban de las pruebas. La suspensión de la cita de la velocidad junto a la crisis hizo que Campturis decayera y la concentración pasó su particular desierto. Por eso tras registrar 200 motos en 2010, la organización decidió parar, algo que también se notó en el Moto Club.
Otro de los elementos que justificaron el parón fue «la poca colaboración que había», recordaba Bautista, quien este año mostraba su gran satisfacción por la presencia de otros grupos moteros de la ciudad, que también se ve como un aliento para el esfuerzo que supone la organización de una concentración como la de Campturis.
Lo que no se recupera es la afluencia a la acampada. En este 2019, pese a registrar unos 600 inscritos, tan solo una docena de tiendas estaban levantadas en la mañana del sábado. «Antes la gente venía a la acampada y me acuerdo de los tres campos de fútbol de Fuentecaliente a rebosar de tiendas», rememora Bautista, que señala que esta es una de las diferencias que es fácil de comprobar y también por lo que se explica que a pesar de superar las mil motos, las inscripciones se quedaran en 600.
En esto, desde el club se ve también el cambio social «porque antes todas las familias no salían los fines de semana. Ahora podemos salir todos pero antes cuando salías salías y las motos no eran como las de ahora que puede viajar 300 kilómetros, por eso la gente se tomaba la concentración como un fin de semana fuera de casa», afirma Carlos Gilarte, otro integrante de Campturis. A pesar de esta realidad, Bautista señala que hay gente que sigue cogiendo su moto para desplazarse y vivir concentraciones como la de Miranda. «Me ha sorprendido uno desde Pontevedra», reconocía Bautista.
En este 30 aniversario una de las grandes novedades, como buenos expertos en reinventarse, ha sido la organización de los conciertos, como un atractivo más «para tratar de atraer a la gente de Miranda», asume Bautista, aunque Gilarte recuerda que «antes hacíamos las concentraciones pensando que a las diez de la noche teníamos que parar porque la fiesta la tenían en Miranda». Eso también ha cambiado y la concentración es la que trata de aportar la fiesta a la ciudad. 

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