El nuevo tablero anima el juego de la democracia

D. ALMENDRES / Burgos
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Profesores y estudiantes de Políticas de la UBU y de la Universidad Isabel I coinciden en que las elecciones se desarrollarán bajo un empate técnico en el que las fuerzas minoritarias pueden ser decisivas

Los representantes de la Universidad de Burgos y de la Universidad Isabel I pusieron en común su parecer antes de las elecciones del 28 M. Foto: Valdivielso

Estamos ante unas elecciones municipales diferentes. El foco de atención se centrará de forma exclusiva en las cuestiones locales en un contexto incierto y plagado de incógnitas. Muchos son los condicionantes a tener en cuenta, si bien algunas claves marcarán el desarrollo de los acontecimientos a partir del 28 de mayo. 

Asumido que las grandes mayorías quedaron atrás, el bipartidismo entiende que el resto de piezas del tablero jugarán un papel decisivo tanto en los pactos como en la gobernabilidad del Ayuntamiento. Solo una improbable entente entre el PP y el PSOE para facilitar el camino a la lista más votada cambiaría un escenario en el que la irrupción de nuevas fuerzas y la delicada posición de Ciudadanos marcarán el devenir de los acontecimientos.

Expertos de la Universidad de Burgos y de la Universidad Isabel I analizan estas cuestiones bajo una premisa inicial. «Parece que las derechas y las izquierdas están empatadas técnicamente», avanza Sergio Pérez. Este profesor de Ciencias Políticas de la UBU destaca la importancia que tendrá la capacidad de los partidos minoritarios o recientemente creados para «enganchar a la gente».

¿Qué necesitan Decide Burgos, Vía Burgalesa o Tercera Edad en Acción para ser decisivos? Javier Antón, también profesor de Ciencias Políticas de la UBU, destaca dos factores diferenciales. «De un lado, está la participación, que puede ser menor debido a que en esta convocatoria no hay Autonómicas. De otro, está la barrera electoral del 5% para tener representación», resume. 

«En otras elecciones, con una participación del 65-70%, se han necesitado alrededor de 4.500 votos y en 2019 Imagina se quedó a 200 votos. IU lo consiguió en 2003 y 2011 por poquísimo y en 2007 no pudo. Superar ese 5% es clave porque con un poco más, incluso, puedes entrar con dos concejales», analiza.

No se trata de un asunto menor. «Igual estas fuerzas suman el 10% de los votos, pero si no llegan a ese 5% puede darse el caso de que 20.000 votos se quedan sin representación. ¿De dónde vienen esos votantes? Es interesante saberlo, pero aún no se puede», plantea.

Entre tanta incertidumbre, una de las pocas certezas es que los pequeños partidos serán protagonistas de una u otra forma. Alberto Benítez, responsable del nuevo grado de Filosofía, Política y Economía de la Universidad Isabel I, destaca la incógnita de cómo se moverá el «tradicional voto conservador» y de cómo responderá el PSOE «para decantar la balanza a su favor». «El apoyo a Vox y a Podemos será muy importante, al igual que el protagonismo que pueda asumir Decide Burgos porque poco hace pensar que Ciudadanos tenga representación. Habrá que ver cómo reaccionan sus votantes después de lo ocurrido en 2019 y de formar Gobierno con el PSOE», expone.

En ese sentido, Alejandra Merino, estudiante de Políticas, destaca el peso que tendrá la distribución de los votos que pierda Cs. «No sabemos si esos votos se van a ir a los partidos con más representación o si se repartirán entre los otros. Los votos que van a decidir pueden depender de ello», subraya.

Y es que, aunque Antón recuerda que «siempre se tiende a poner el foco en los mayoritarios», la corporación municipal puede estar muy fraccionada. «Salvo en casos como el de Abel Caballero en Vigo o, parece, Ayuso en Madrid, los terceros determinan quién gobierna o cómo se gobierna. Condicionan la agenda», advierte Sergio Pérez. 

Campaña y estrategias. En plena carrera electoral, todas las partes ya han mostrado sus cartas para atraer al electorado. Con las generales asomando en el horizonte, los expertos advierten de los riesgos de centrar el discurso en clave nacional como han hecho algunas formaciones. «Puede salir el tiro por la culata si el ciudadano se centra en pensar en su día a día», recuerda Sergio Pérez.

Captar ese «malestar» conlleva un riesgo que Alberto Benítez considera una táctica clásica, aunque «añade más incertidumbre». «Es habitual que la oposición del Gobierno central haga de las municipales un campo de batalla y marque su agenda, pero es fundamental entender que en este caso son elecciones municipales y eso puede afectar a la movilización y al arrastre», explica. Del mismo modo, «al PSOE le interesa poner a Burgos en el centro del discurso y defender su legado porque queda un largo recorrido».

No es fácil dar con la tecla y menos en un momento político como el actual en el que «la alta polarización hace que las campañas se difuminen». «Estamos en una campaña constante, pero Burgos es una ciudad con un sentimiento local muy fuerte y los candidatos deberían poner el foco en ello», aconseja Javier Antón en un discurso reforzado por Alejandra Merino. «Estamos en este clima desde las anteriores elecciones», zanja, para dar importancia a las nuevas formas de trasladar el mensaje. «Las redes sociales juegan su papel para llegar a los jóvenes, sobre todo Twitter», explica.

Aunque las premisas que entran en juego están definidas, queda por comprobar su impacto el 28 de mayo y en las siguientes semanas para asegurar la gobernabilidad. Sergio Pérez insiste en el efecto de la participación y el voto por correo será una buena muestra de lo que puede ocurrir el próximo domingo porque el «juego de pactos» advertido por Antón abarca todo el espectro político. «Ha cambiado el tablero electoral. En 2019 el tercer partido era Ciudadanos y ahora lo es Vox. Además, a la izquierda del partido socialista van unidos y antes no», analiza.

Todo puede pasar, con algún matiz. Alberto Benítez, de la Universidad Isabel I, tiene claro que Vox «no hará lo mismo que en las anteriores elecciones» al facilitar la entrada del PSOE y añade un elemento más. «Veremos qué pasa con los pequeños, sobre todo con Decide Burgos y su comportamiento en los posibles pactos en caso de que tenga representación», expone.

Y en mitad de esa vorágine política se encuentra el ciudadano, quien debe decidir qué es lo mejor para la ciudad. «Se combinan las dos cosas. Hay votantes que miran más allá de las cuestiones rutinarias y pueden pensar en asuntos como el Parque Tecnológico o el Tren Directo, pero un alto porcentaje de la ciudadanía se centra en detalles como tener el aparcamiento cerca de casa o mejorar la iluminación de su barrio. El voto estratégico es minoritario, aunque es cierto que ahora estamos en un momento sensible por todo lo que ocurre con las infraestructuras», explica Sergio Pérez.

Candidatos. En unas elecciones municipales la elección del candidato puede ser decisiva y Alejandra Merino recuerda el «tópico» que dice que en estos casos «se vota a la persona y en las generales a un partido». «Es un buen momento para discernir si es verdad o mentira», indica esta estudiante en una reflexión compartida por sus compañeros.

«Los partidos personalistas no dejan indiferente. En su momento pasó con Solución Independiente de José María Peña y ahora con Carolina Blasco. Pueden arrastrar a mucha gente, aunque otros no les apoyarían bajo ningún concepto. El caso es que hay antecedentes de partidos vinculados a personas concretas  que han logrado representación porque la persona importa», apunta Sergio Pérez.

Una premisa que puede pasar factura a Cristina Ayala. «El PP tardó muchísimo en decidir quién era su candidata y salieron muchos nombres a la palestra. La propia Blasco, Ibáñez, Foronda… todo eso es muy reciente», advierte. Un aspecto que puede ser relevante el 28 de mayo. «El desconocimiento de la candidata sorprende en un partido de tanta tradición», explica Alberto Benítez.

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