Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


El odio como argumento

23/10/2020

Lo peor de la exacerbada confrontación política no es la falta de pudor, respeto y responsabilidad de algunos al utilizar el insulto y la mentira como argumentos supremos del debate. Lo realmente grave es que trasladan las miserias de su ambición a muchas personas que no conocen la verdad de los hechos o no poseen una mínima capacidad crítica, necesaria para la convivencia en un régimen de igualdad como el que tenemos los españoles legalmente reconocido. La manipulación por el odio se convierte así en el arma más peligrosa, por irracional y visceral, de la que se hace valer el político carente de escrúpulos en su objetivo de conseguir el poder.

El debate de la moción de censura de los últimos días ha representado la culminación de una escalada de la violencia verbal entre nuestros representantes políticos totalmente inédita, sin precedentes en el recuerdo de la inmensa mayoría de los ciudadanos. La situación resulta aún más grave porque ese estado de permanente confrontación dialéctica dificulta, cuando no impide, la mínima posibilidad de establecer acuerdos.

En este ambiente, no es de extrañar el resultado de la última encuesta del CIS. Pone de manifiesto que la principal preocupación de los españoles no es el paro, el riesgo de morir a consecuencia del covid, el maltrecho sistema sanitario o la crisis económica arrastrada y nueva. Para casi la mitad de los españoles (48,1%) el problema más grave que tiene España son los partidos, los políticos y lo que hacen.

A pesar de todo, Pedro Sánchez quiso extraer algo bueno de la moción de censura, calificada como ‘tomadura de pelo’ por el portavoz del PP, Teodoro García Egea, y descalificada por Inés Arrimadas como proyecto político, a la vez que tildaba la iniciativa de Vox como exponente de ‘la indignidad y el cabreo’ de Abascal. El presidente del Gobierno explicó que la moción podría resultar constructiva si, a la vista de lo ocurrido, la mayoría de los españoles cierra el paso a un proyecto que calificó de ‘odio, furia y choque’. Al menos esta coincidencia en el diagnóstico no deja de ser alentadora y ojalá sea preludio en la aplicación compartida de la terapia.