Es mejor que lo vayamos asumiendo: estamos en campaña electoral, a todos los efectos. De aquí a finales de mayo se va a hablar de este asunto a piñón, nos van a taladrar sin piedad. Y si nos ponemos negativos, no hay una pizca de glamour ni de rock&roll en este circo que montan los partidos para sustanciar lo suyo; nos pilla mayores y descreídos, y encima es local, o sea, de andar por casa. Pero, al final, todo puede ser interesante si se aborda con la mirada apropiada. Y, bien vistas, las elecciones del 28 de mayo tienen unos cuantos ingredientes para engancharse y, sobre todo, divertirse, que es de lo que se trata siempre.
Por si no está muy familiarizado con la trama, vamos a dejar aquí y ahora unas pistas, a modo de sinopsis, por si le seducen y se aficiona. Si fuera una película, la historia podría comenzar con una escena en la que cada protagonista aparece en el diván de su psicoanalista al que le cuenta que se presenta a alcalde y que está fatal; cada uno por una razón, y ahí está la gracia, claro.
Hay un candidato/a que cualquiera diría que ser alcalde es lo que pidió a los Reyes todos los años cuando era pequeño, la ilusión de su vida... No es difícil imaginarlo paseando por su casa con el bastón de mando pasillo arriba, pasillo abajo. Le acompaña otro/a aspirante que se diría, por contra, que le seduce la idea de presentarse tanto como la de sentarse en el sillón del dentista. Pero como decía Ariel Rot (que toca este viernes en Burgos): «Hay veces que decir que no es un problema...» Y ahí está. Participa también otro/a aspirante que deseaba concurrir a toda costa, pero su grupo le ninguneó, le hicieron luz de gas y buscó su propio camino. Se presentó por su cuenta para consumar la venganza, una venganza shakespeariana, un Hamlet burgalés pasado por las urnas. Y, por supuesto, están los secundarios, candidatos de partidos más pequeños, pero que sacarán algo, que arrastran el trauma de que no les hagan caso, aunque saben que el día 29 tomarán protagonismo (a lo grande) y recibirán al que tenga algo que pedir como hacía Marlon Brandon en El Padrino. Siempre que se acerquen «con el debido respeto», claro está.
Este es el guion, que como ve tiene posibilidades. Después habrá giros, sobreactuaciones, situaciones delirantes, errores o directamente cagadas gordas en vivo y en directo o en redes sociales, el nuevo escenario de este tinglado. Eso y lo que haga falta para conseguir su voto, sea lo que sea. Mejor tomarlo con humor, palomitas y a disfrutar.
Salud y alegría.