Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Arritmia de COVID

30/11/2020

La risa tiene su ritmo, ja ja ja, la carcajada aún más. El llanto puede ser melodioso, pero es imposible ponerle ritmo. Hasta en el wasap basta un je je je para la risa, pero no hay manera de escribir el llanto. Si pones mua, mua, mua más que sollozo parece gracioso. La alegría es rítmica, como la música y el baile, pero la tristeza es plana, como el silencio y la soledad. Y la peor de las arritmias, la definitiva, es la muerte. En el infierno no hay ni música ni baile, en el cielo dicen que hay coros celestiales.
Y es que la vida es ritmo: el día y la noche, las estaciones, los años, los plenilunios y las mareas. Hay ritmos naturales y otros artificiales que nos hemos inventado. Nuestro propio cuerpo es una caja de ritmos, el sueño, el metabolismo, las comidas, las excreciones, hasta las manías de cada uno tienen sus propios ritmos. Y cuanto más rítmica es la vida mejor, todo es más fluido, más acoplado, más seguro, más cómodo. Por eso nos sentimos mal cuando nos cambian los ritmos, los turnos de trabajo, los viajes, el absurdo cambio de hora, hasta las visitas pesadas que alteran nuestros hábitos. Qué mal llevamos los humanos las arritmias. No hay más que escuchar a nuestro pobre corazón, cómo se queja en las cuestas arriba, con los sustos, el estrés, las pasiones acaloradas o un simple exceso de cafeína.
Por eso, ahora, tras meses de desastre, que nos ha descolocado todo… trabajo, tareas, relaciones, viajes, diversiones, comidas, sueño, deporte, hormonas… nos sentimos tan mal. La pérdida de la ritmicidad de la vida es fatigosa, no solo mental, sino física y biológicamente. Sin ritmo se es más vulnerable a las enfermedades, más débil frente el esfuerzo, más triste e irritable, todo se tolera peor, una simple contrariedad, una pequeña discusión, un disgusto de nada, se elevan a categoría de conflicto, riña o depresión. La arritmia causada por el COVID -en masculino-, es malísima para la vida humana. 
Luego, contra la arritmia del COVID, por favor apague el telesusto y la radiopánico, pase de largo por las páginas funestas del diario, y ponga en su vida más música, salsa o rock, flamenco o jazz, o música clásica alegre, como esos valses o polcas que te mueven los pies y se te suben a la cabeza.