Alejandro Sarmiento

Cuerpo a tierra

Alejandro Sarmiento


Cultura Ingobernable

27/10/2022

Ahora que estamos a vueltas con el FACYL, ese festival de Salamanca -al que el presupuesto puso nombre- que empezó costando mil millones, y ahora al parecer en quiebra porque sólo despilfarra cuatrocientos, y en la búsqueda de un relato para el Proyecto de Capitalidad Cultural, somos muchos los gestores que pensamos que los recursos económicos se deberían destinar a objetivos culturales menos ostentosos y más sociales, incluida la imprescindible mejora de los equipamientos existentes y a nutrir a través de una programación estable y de calidad a la red de artistas o profesionales que les daban sentido. 

No son tiempos aptos para el triunfalismo ni la autosuficiencia y el sector debe ser capaz de plantear una salida ecosocial para la cultura por venir, muy centrada en la ciudadanía local. Olvidarnos de todas esas estrategias impostadas del brilli-brilli a través de sus distintos disfraces y proponer desde lo público una serie de programas pensados primero desde la cautela económica y ante todo desde el sentido pedagógico para la ciudadanía.
Como nos dice Jamin Beirak en su último libro Cultura Ingobernable: la cultura comparte, junto con los dos grandes movimientos de este siglo que son el feminismo y el ecologismo, esa posibilidad de tejer los mimbres para una sociedad alternativa. Nos permite intervenir en los imaginarios, en la subjetividad, en las representaciones. Nos permite pensar de maneras divergentes y, por lo tanto, imaginar nuevas soluciones o nuevos horizontes. Además, puede intervenir en la creación de vínculos, que es algo necesario para resolver los grandes retos del futuro.

Lo que no puede ocurrir en ningún caso es que con la cultura haya una sensación de ajenidad, de distancia, de algo que no tiene que ver con lo propio. Como si la cultura fuera algo para la gente del mundo de la cultura. Lo cual es paradójico porque la cultura es la expresión de lo que hacemos todas las personas. Por eso somos muchos los que desde hace tiempo defendemos que el gran reto es reconectar la cultura con la vida cotidiana, y su relevancia social. Que las instituciones culturales sólo tienen su sentido y su razón de ser en el desarrollo positivo del entorno donde se encuentran. Su misión no es otra que generar espacios de interacción para, a través de las artes, convocar a la participación de todos, reconociendo y valorando la diferencia, generando disfrute, pensamiento y reflexión a través del desarrollo de la sensibilidad, del diálogo entre el saber, la cultura y la vida.

ARCHIVADO EN: Salamanca, Feminismo