Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Crédito

30/11/2020

El pasado sábado, este periódico explicaba con gran profusión tipográfica (titular de letras muy gordas) que los presupuestos de la Junta para 2021 no incluían partida alguna para terminar el centro de salud del Silo. Como es archiconocido, está reclamadísima infraestructura empezó a construirse hace ya años, pero las obras se paralizaron por un pleito entre empresa constructora y administración, y no han continuado al caer en un lodazal de procesos administrativos incomprensibles para el ciudadano medio, en otra victoria de la burocracia.
Varias consideraciones al respecto:
    1. Que, en medio de la pandemia, no aparezca en la primera página de los presupuestos rematar un centro de salud ya iniciado es, como poco, llamativo. ¿Qué puede haber más importante?, ¿arreglar la bolera de mi pueblo?, que, por cierto, tampoco tiene partida para 2021.
    2. Cada final de año hemos de soportar la matraca de los presupuestos de las administraciones nacional, autonómicas y locales, a la que los medios de comunicación dedican horas y páginas sin fin. Primero vienen las negociaciones y el mercadeo; después se suman las críticas y reproches, y se termina con las presentaciones pomposas de las cuentas encuadernadas y plantadas delante de la ciudadanía como si fueran las tablas de Moisés. Pero se nos hurta el verdadero final de la película porque, en realidad, unos presupuestos no son más que una declaración de intenciones: de lo se presupuesta a lo que se ejecuta (hace) de verdad hay un trecho muy largo. Este diario publicó también la pasada semana que, en la última década, el Estado solo había realizado la mitad de la inversión que tenía en sus presupuestos para esta provincia. Así que de tablas, nada.
    3. Si mucho de lo que sale en los presupuestos no se realiza, cabe pensar que lo ni siquiera consta, como el aludido centro de salud, lo tiene crudérrimo. La Junta argumenta que para la obra «dispone de crédito, pero que no se puede reflejar en los números», que ya me dirá usted lo que eso significa, porque yo no lo entiendo ni sé si implica algún tipo de compromiso. Lo fácil es refugiarse en ese lenguaje burocrático indescifrable, pero podrían al menos haber escogido otra palabra distinta a «crédito». Con la que está cayendo, contemplar el esqueleto inerte del «futuro» centro de salud parado hace difícil que los responsables tengan crédito alguno ante los que están esperando esa instalación. A estas alturas, más que de crédito, el asunto se está convirtiendo en una cuestión de fe en los milagros. Para el que la tenga, claro.  Salud y alegría.