María Guerrero

Tribuna Sanitaria

María Guerrero


Asignatura pendiente

30/03/2023

¿Quién es responsable de la educación de un niño? La respuesta es más o menos rápida: familia, colegio y entorno social, podemos ampliarlo a instituciones, asociaciones… pero éstos son los cimientos básicos.

Pero si la pregunta va dirigida hacia la responsabilidad en la educación sexual de los niños y jóvenes, siendo la respuesta la misma, probablemente no sea tan rápida, e incluso puede que se planteen dudas sobre la capacidad de cada uno de los implicados. 

La educación sexual en las aulas, cada vez más demandada por los propios jóvenes, componente esencial de la educación y de la salud, es una asignatura pendiente en muchos países, entre ellos el nuestro.

Los niños y jóvenes, ante cualquier duda recurren a su canal habitual para obtener la información que precisan: las redes sociales o internet, con todos los sesgos relacionados con estas herramientas. Esto ha originado un incremento del consumo de pornografía en estas edades, situándose en los 8 años la edad media de acceso entre menores según la Agencia Española de Protección de Datos. Alerta impactante, para reflexionar, y que favorece también el incremento de las agresiones sexuales por parte de menores. 

Desde la infancia los niños plantean cuestiones sobre su anatomía, y durante el desarrollo y la transición de la infancia a la pubertad muchas más. Si la información que reciben ya sea de la familia, de los educadores o de su entorno es incorrecta, incompleta o con limitaciones, afectará a su desarrollo físico y emocional y además buscarán otros medios de consulta.

Los programas de educación en sexualidad ofrecen un enfoque adaptado a cada edad, con un inicio temprano, una evolución progresiva en espiral, dirigida por profesionales cualificados, y en colaboración con familias y educadores, que permitirá formar a adultos más responsables y respetuosos. 

Existe la falsa creencia de que informar sobre sexualidad a los niños y adolescentes promueve el inicio temprano de las relaciones sexuales, planteamiento tan erróneo como sugerir que hablar sobre alimentación saludable favorece la obesidad. Los resultados de los programas educativos en sexualidad han demostrado un retraso en el inicio de las relaciones sexuales, menor frecuencia de relaciones y cantidad de parejas sexuales, menos comportamientos de riesgo, mayor uso de anticoncepción y de preservativos, con disminución del riesgo de infecciones de transmisión sexual, prevención y reducción de la violencia y discriminación de género y en la pareja, y el desarrollo de relaciones más fuertes y más saludables. 

El Consejo de Derechos Humanos, el Comité de los Derechos del Niño, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, entre otros, promueven la educación en salud sexual y reproductiva para jóvenes.

Los programas de educación en sexualidades se van introduciendo de forma asincrónica e irregular en las distintas comunidades autónomas, como asignaturas pendientes de un curso para otro, pero imprescindibles para obtener el título, y en este caso el de una sociedad sana, rica en valores y respetuosa.