Marian Peña

Observando al Mundo

Marian Peña


Piedras a nuestro tejado

28/04/2021

V  eo las encuestas sobre las elecciones municipales que predicen que la candidata más votada el próximo 4 de mayo será la del Partido Popular y sigo sin poder creer que un personaje como Isabel Díaz Ayuso vaya a recibir la mayoría de los votos de los madrileños o que Vox continúe teniendo representación en esa Comunidad, lo que me hace pensar, una vez más, que los españoles andamos muy despistados a la hora de elegir a nuestros representantes políticos quizá porque durante varias generaciones hay quien se ha encargado de educarnos para acabar con nuestro pensamiento crítico.
Lo cierto es que los ciudadanos de este país tenemos demasiado aguante y un estómago muy grande para digerir sin inmutarnos la ineficacia y las guerras de nuestros políticos, además de cierta querencia a la hora de inclinarnos por personajes populistas de esos que basan sus campañas y actuaciones, básicamente, en lanzar mensajes dirigidos a provocar y a incendiar las tripas de un público muy concreto que, a tenor de los resultados y previsiones, es mucho más numeroso de lo que podría parecer. Si no, no se explica que tanta gente compre los argumentos de una señora que no es capaz de articular un discurso coherente, sin que, al aparecer, sean capaces de analizar la realidad que les rodea ni preguntarse y exigir respuestas sobre temas fundamentales como qué va a pasar con la educación, la sanidad o las ayudas a los distintos sectores afectados por la crisis sanitaria, pero qué más da si al final de la dura jornada los madrileños pueden reunirse en el bar a tomar una caña.
Ideologías aparte, lo mínimo que se puede pedir a alguien que aspira a gestionar lo público es sensatez, inteligencia, honradez, una trayectoria profesional que lo avale y que lleve en su programa proyectos claros y factibles dirigidos a solucionar los principales y verdaderos problemas que afectan a la ciudadanía. Nuestra obligación es hacernos estas preguntas para emitir un voto informado, aunque hemos cogido la costumbre de no reflexionar e, incluso, de votar pensando únicamente en llevar la contra a las ideas de otros y eso, al final, solo es lanzar piedras contra nuestro propio tejado.