René Payo

Del Ayer al Hoy

René Payo


Tesoros ocultos

22/03/2022

La catedral de Burgos es un templo casi infinito que nunca deja de sorprendernos. Sus muros encierran siglos de historia en los que se ha generado un patrimonio diverso de primer orden, en gran medida conocido pero en muchos casos aún por poner en valor. Nuestro templo mayor exhibe estos días, en la capilla del Corpus y en el claustro, parte de sus tesoros patrimoniales menos visibles, pero que no por ello dejan de presentar un valor excepcional. Dentro del acervo musical catedralicio sobresale su riquísima colección de cantorales -más de 90- que desde fines del siglo XV hasta el XIX son un fiel testimonio de algunas de las formas y usos litúrgicos que se desarrollaron desde la Baja Edad Media hasta los albores de la contemporaneidad en la basílica burgalesa. Su interés reside no solo en su valor musicológico sino también en su importancia como obras de gran singularidad artística en las que se resumen casi cuatro siglos de miniatura burgalesa. Esta exposición es un avance de lo que esperamos que pronto pueda ser un más profundo estudio catalográfico de estos códices que ya están reclamando su lugar en la historia de la música y del arte del miniaturismo hispano.

Un poco mejor conocida, gracias en gran medida a los estudios del profesor Matesanz, es la rica colección catedralicia de tapices que se halla entre las más sobresalientes de España tanto por su calidad, número y variedad iconográfica. Ahora, se presentan en esta muestra desde de las piezas más singulares de este conjunto, ligadas al mecenazgo del obispo Fonseca, que felizmente han recobrado su esplendor originario merced a una acertada restauración llevada a cabo por la Fundación del VIII Centenario de la catedral. Estas obras no son más que un destacado exponente del riquísimo, y casi olvidado, patrimonio textil que posee nuestro templo que también está a la espera de una minuciosa labor de catalogación que evalúe sus rasgos singulares y que sea el paso previo a su exhibición pública en un museo de tejidos, lo que generaría otro atractivo a añadir a los muchos que ya posee nuestra basílica.