Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Fiestas y rifirrafes

02/09/2020

A pocos puede coger por sorpresa la decisión de la Junta de endurecer las medidas frente a la Covid-19 en Salamanca y Valladolid, ciudades donde el crecimiento de las tasas de contagio se produce precisamente en vísperas de la no celebración de sus ferias y fiestas de septiembre, todo un escenario propicio para el acuerdo drástico adoptado por la Junta. Más allá del propio peso del incremento de la presión hospitalaria en ambos municipios, lo que ha debido inclinar la balanza hacia esa drástica aprobación tiene su razón de ser, aunque sea sólo como medida de precaución ante el aumento de los casos. Pero a nadie se le escapa tampoco que no deja de ser la constatación de un fracaso en la contención de una pandemia que tiene en vilo a no pocos sectores productivos de la economía.

Después de un mes de agosto aciago, era de prever la adopción de toda medida tendente a evitar posibles aglomeraciones en dos ciudades que tradicionalmente arrancan sus fiestas mayores con el inicio del mes de septiembre. Como también era previsible el enfado del Consistorio vallisoletano y de su alcalde contra una decisión que, salvo contraorden judicial, deja sin efecto la programación de actividades culturales y de ocio al aire libre que había programado Valladolid en sustitución de su semana grande. Así que ya está servido el nuevo enfrentamiento entre la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento pucelano; o más bien habría que decir, abierta otra ‘guerra’ entre el vicepresidente del Ejecutivo autonómico, Francisco Igea, y el regidor vallisoletano, Óscar Puente. Y esos efectos, los políticos, son otra muestra inapelable de fracaso entre quienes, desde sus respectivas responsabilidades públicas, deben velar por el bienestar y la salud de los ciudadanos. Porque tampoco es menos cierto que las formas, aun en estos duros tiempos, también son importantes para el mejor cumplimiento de las normas y su fácil comprensión por parte del conjunto de la sociedad.

El rifirrafe político no ayuda, pero ni con una pandemia por medio parece tener remedio.