Leticia Ortiz

Plaza Mayor

Leticia Ortiz


Taurinos y pijos

12/08/2020

Les escribo esta columna, queridos amigos, desde la cubierta de mi yate que acabo de sacar desde el amarre privado que tengo en el patio trasero de mi casoplón de veraneo. Antes de darle a la tecla he dedicado un rato, no mucho, no se crean, a comprobar que mis múltiples inversiones hacían crecer un poco más mi cuenta corriente, que se llama así, pero que no es tan corriente a tenor de la cantidad de ceros que atesora. No quiero dar envidia, no se crean. Ni posturear como si esto fuera Instagram o cualquier otra red social. Solo pretendo contar mi realidad para reafirmar las palabras pronunciadas hace unos días por el señor Echenique: «Taurinos, pijos y señoritos eligen juntarse a miles para divertirse y exponerse a un riesgo que compartirán con la clase trabajadora que no habrá tenido más elección que servirles en un restaurante, picarles la entrada...». 

No me queda muy claro con la frase de marras si para este señor yo solo entro en la parte de «taurinos» o si me considera también del sector de «pijos y señoritos». Lo que sí es evidente es que para el señor Echenique yo no pertenezco a «la clase trabajadora» por el mero hecho de ser aficionada a los toros. Entiendo que ha descubierto ese secreto que pasamos de generación en generación los apasionados del toreo. ¿No lo saben? Se lo cuento, pero que no salga de aquí, que me puede costar un disgusto con mis compañeros de clan. Por ser aficionados a los toros nos asignan por ley una fortuna, un casoplón, que se puede cambiar por un cortijo dependiendo de las necesidades, y un barco. El caballo es opcional, aunque en el sur se lleva mucho, por las romerías, ya imaginan. A cambio, por supuesto, no podemos trabajar más nunca, porque eso nos obligaría mezclarnos con la «clase trabajadora». Y eso no, por favor. Que nosotros somos «casta». No política, como el señor Echenique, que lo disimula y sigue siendo muy del pueblo claro, como sus jefes de filas. Casta taurina. Y pija y señorita, por supuesto.

La cuestión es que esa soberana gilipollez (lo siento, no estoy ahora mismo navegando por el Mediterráneo con un LariosCola en la mano) la cree a pies juntillas parte de esa izquierda populista y mal llamada animalista. Y los taurinos se lo hemos dejado creer, además. Que cada palo aguante su vela. En un tendido lo que hay, principalmente, es gente del pueblo, de esa clase trabajadora que gasta su sueldo en su pasión. Esos son los que crearon la Tauromaquia a pie y los que la han mantenido sin ideologías durante 200 años. Y que así siga. Saquen, señores políticos, sus sucias manos de nuestra Fiesta.