La nueva consejera de Educación de Murcia se estrena diciendo que no ha vuelto a Atapuerca y yo me pregunto si alguna vez estuvo allí. Se lo recomiendo, porque se aprenden un montón de cosas. Mientras a ella se le ocurría usar la cuna del Antecessor como argumento para asegurar que no está en contra de la evolución de las especies pero -había un pero- que no se va a vacunar, uno de los codirectores del proyecto de investigación de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, echaba la mañana, entre otras cosas, en contestar a algunos periodistas sobre su último libro, en el que reflexiona en el origen de la especie humana. Bermúdez invita a hacer una apuesta por la ciencia y el conocimiento, pero la flamante consejera Campuzano, que se ha ido de Vox pero por lo visto Vox no se ha ido de ella, se mantiene en sus trece con lo del pin parental, que permitirá a los padres negarse a que sus hijos participen en las actividades extracurriculares que consideren que no coinciden con sus creencias o intereses ideológicos. A tope con el conocimiento. 
Y así nos vemos, dando por bueno que toda una representante de un gobierno autonómico diga que no cuestiona todas las vacunas pero sí esta, en la que hemos puesto todas las esperanzas de que nos traiga una normalidad suficiente para retomar vidas, trabajos y relaciones. Y lo peor, que tenga el cuajo de añadir que si viera después que ha dado resultado y la vacuna ha funcionado, pues igual sí se vacunaría. También a tope de solidaridad. 
Si esta es su forma de aclarar que, a diferencia de otros, ella no se colará en el proceso de vacunación, digamos que no ha estado muy acertada. Sin llegar tan lejos como Murcia, tampoco ayuda a crear certidumbre y seguridad que los responsables de la Junta de Castilla y León no expliquen sus decisiones (nada menos que suspender un proceso de vacunación en marcha) más que con un audio enviado a los medios, sin que estos puedan hacer una sola pregunta al respecto. Como alguien que rompe por su pareja por WhatsApp: no eres tú, soy yo. Creo que todo el mundo conoce a alguien que está dudando sobre si vacunarse. De los que tienen que llevar a cabo ese proceso se espera, al menos, que no se pongan zancadillas a sí mismos.