Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


La hemeroteca

05/07/2021

Ya no hay día ni debate en que el recurso a la hemeroteca no salga a relucir. Se trata de contraponer decisiones, posiciones u opiniones actuales con declaraciones, compromisos o anuncios efectuados en un momento anterior, en sentido distinto y, a menudo, rotundamente contradictorio. ¡Y vaya si da juego¡ Probablemente por dos motivos: uno, porque la informática y las redes lo registran todo y facilitan mucho la búsqueda; otro, porque se hace mucha política de corto plazo, especialmente si hay elecciones cerca, y se emiten muchos mensajes pensando en la rentabilidad inmediata, sin pensar, o aun pensándolo, que puede llegar el día en que tal cual mensaje se vuelva en contra, poniendo en un aprieto a quien lo emitió. El tiempo que llevamos de legislatura ha sido verdaderamente generoso con la hemeroteca; y bastará para comprobarlo el reciente episodio den los indultos.

Así está el tema. Y ante él, hay reacciones absolutamente diversas. La de no darse por aludido y mirar para otro lado, ya que la opción de negar no es factible ante la evidencia. La de generalizar, alegando que les pasa a todos y que nadie resistiría de modo distinto la confrontación con la hemeroteca. La de intentar explicar que hay razones sobrevenidas que justifican un cambio de opinión. La de invocar eximentes o atenuantes, relacionadas con el momento o con el contexto en que la hemeroteca registró el testimonio. Esto último, muy recurrente, suele ocurrir con ocasión de las campañas electorales, o en su proximidad, como si lo dicho, anunciado o prometido en su transcurso estuviera destinado a no ser creíble, o a darse por exagerado.

Eso es lo que me parece más preocupante. Porque, a poca sensibilidad democrática que se tenga, y a poco respeto que se guarde a los ciudadanos, es precisamente ese escenario preelectoral, en el que se pretende la legítima captación del voto, cuando debiera actuarse con más veracidad y con más rigor. De no ser así, el efecto es bien evidente; primero se resiente la fiabilidad y la confianza, luego se alimenta la desafección a la política. Y nada de eso es bueno, como bien sabemos.