Carmen Hernando

Desde la campiña

Carmen Hernando


Terraceo invernal burgalés

19/03/2021

Si hace un año alguien nos hubiese dicho que pasaríamos el invierno de Burgos terraceando, no lo habríamos creído. Y es que, desde que el 11 de diciembre se nos permitiera a los burgaleses de la capital acudir a las terrazas como única manera de tomar algo en un bar o restaurante, los que intentamos levantar a la hostelería local dando ejemplo a través del consumo hemos tenido que sufrir mucho. Aquella etapa duró solamente una semana, pero lo que no sabíamos entonces es que solo era un pequeño adelanto de lo que estaba por venir: casi dos meses de terraceo invernal adicional, del 13 de enero al 7 de marzo. 
Ni que decir tiene que de Madrid hacia el sur la adaptación a estas condiciones no tendría el mismo mérito. En nuestra ciudad hace falta mucho valor para enfrentarse a la situación. Porque es que ni en eso hemos tenido suerte: el 13 de enero nos encontrábamos en plena ola de frío polar. Y después llegaron las borrascas. Pero lo que de verdad nos diferencia, lo que nos da ese toque tan original en el panorama meteorológico español, y que nos termina de rematar, es nuestro viento, ese viento del norte burgalés, que, como bien decía Virgilio, el abuelo de mi amiga Virginia, sopla en redondo. No hay calle o plaza que se le resista, sea cual sea la orientación. 
No quiero pasar por alto otra circunstancia que ha coincidido en el tiempo con este terraceo forzado: el toque de queda de las 8 de la tarde. Durante un mes a partir del 16 de enero, a la tortura de tomar un café con el cuerpo aterido de frío tuvimos que sumar la de salir de cañas todavía con la digestión a medio hacer, y volver a la carrera a casa a las 8. Y alguno dirá: «no era obligatorio». Ya, pero alguien tenía que apoyar a la hostelería, esparcir optimismo en las calles… Y en este empeño he de decir que en Burgos hemos puesto el listón muy alto. Desafiando a la intemperie, miles de burgaleses han estado ahí cuando se les necesitaba. Y además, sin cogerse ni un resfriado, no fuera a ser que se confundiera con el virus.
Nos hemos hecho más fuertes, y ahora que podemos entrar en los bares, ya no nos hace falta. Gracias, Igea.