María Albilla

Plaza Mayor

María Albilla


Hombres lobo

25/02/2022

Menuda semanita nos estamos marcando, señores. Si esto es lo que la humanidad ha aprendido a lo largo de siglos de existencia, no me extrañaría que la extinción del hombre esté cada vez más cerca. Que sí, que es una visión catastrofista, no hay duda, pero es que el miedo, la ambición, el ego y la venganza campan a sus anchas por tantos flancos que hacen temblar las más férreas convicciones de una humilde optimista antropológica.

¿Cómo ha llegado el ser humano a esa situación -elija usted la que más le guste de la actualidad política nacional o internacional- después de miles de años de civilización? El filósofo Thomas Hobbes popularizó en el siglo XVII la idea de que el hombre es un lobo para el hombre. No era un concepto nuevo entonces y tampoco se ha quedado viejo en la era de la posverdad. En ocasiones, la simplificación lleva a pensar que lo que se explicaba con esta idea es que todos somos seres malvados capaces de hundir un puñal en pecho ajeno por nuestra propia supervivencia, pero no es una cuestión de malismo, sino de la renuncia que hacemos al estado natural del ser humano en virtud del contrato social. Cesión de la libertad a cambio de seguridad.

Cuando los ciudadanos votamos libremente ponemos nuestra libertad en manos de quienes deberían guiar nuestra vida con sabiduría y ejemplaridad, precisamente para evitar el enfrentamiento entre los individuos y contener el egoísmo que se nos presupone innato. Pero resulta paradójico que  sean los propios gobernantes los que se convierten en lobos que imponen su furia para dominar a los de su misma especie poniendo en evidencia la vileza, la mezquindad y la codicia de la que deben proteger al individuo. Los daños colaterales de la ruindad de las guerras por las que transitamos los pagaremos todos. Las consecuencias de estos conflictos están aún por escribir.

ARCHIVADO EN: Plaza Mayor, Política