Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Cuernos y rabos

08/02/2023

Cuenta la mitología griega, que Pasifae, hija de Helios y la ninfa Creta, fue entregada como esposa al rey Minos. Ésta le fue infiel a su marido con un toro blanco, una relación de la que nació una criatura con cabeza de becerro y cuerpo humano, el Minotauro. Por eso, hay quienes consideran que fue entonces cuando los cuernos se convirtieron en el símbolo de la infidelidad. 

El último estudio paneuropeo Infidelidad y evolución de las relaciones no monógamas en España y Europa, realizado a finales de 2022 por la consultora Yougov para una plataforma de encuentros extraconyugales, revela que, en nuestro país, el 42% de los hombres y el 31% de las mujeres han sido infieles en alguna ocasión o, retorciendo el dato: que, aunque no lo sepan, aproximadamente el 42% de las mujeres y, aproximadamente, también, el 31% de los hombres (punto arriba, punto abajo) han sido engañados por sus parejas con otras personas. Y que el 17% de los hombres y el 10% de las mujeres que aún no han sido infieles, lo serían si tuvieran la seguridad de que nunca les fueran a pillar. Pese a sorprender, estos porcentajes sitúan a España como la nación europea donde menos cuernos se ponen, ostentando el liderazgo franceses y belgas.

Boleros y coplas aparte, si alguna persona ha terminado con el silencio de los cornudos y ha sabido rentabilizar su cornamenta, esta ha sido Shakira, dándole la vuelta al tradicional papel que tiempo atrás desempeñaban los humillados, para calzarse la corona de reina de la manada de los astados. El himno en el que se ha convertido su Pa tipos como tú, ha supuesto, sin duda, un punto de inflexión en la forma de proceder ante el engaño, alejándose, por fin, de esa figura de cornudo abnegado que se deja fotografiar al lado de su pareja, por el bien de la familia, y que en otros tiempos encarnaron figuras mucho más poderosas que Shakira, como Hillary Clinton o, más cercana para los españoles, la reina Sofía. 

Aún poniendo una vela a San Valentín la próxima semana, me atrevo a afirmar que si bien es cierto que cada cornudo seguirá llevando el peso de sus cuernos como pueda, no lo es menos el que a partir de ahora el infiel va a tener también que hacer lo propio con su rabo.