María Albilla

Plaza Mayor

María Albilla


Enheduanna

19/01/2023

Esa tarde, como todas las demás, él paseaba ensimismado en sus pensamientos por la playa de Nerja, su pueblo. Nada hacía presagiar que aquel ritual diario acabaría en un tremendo susto al descubrir que en las dunas de Calahonda se escondía una mano desmembrada del cuerpo de una mujer. Llamó a la Policía sin pensárselo y, poco después, apareció una segunda extremidad. Entonces se le pasó por la cabeza: eran las manos de Natalia. Su cuerpo había aparecido flotando en el mar hacía unos días en la vecina Marbella. Ahora, se busca su cabeza.

Me gustaría contarles que este es el inicio de un capítulo de mi primera novela negra, pero qué va. La realidad se impone con crueldad a mi imaginación en un terrorífico inicio de año para la sociedad. Porque la violencia machista, los asesinatos machistas, como el de Natalia, no son solo un problema de las mujeres, son un problema endémico de la sociedad, y este 2023 ha empezado como terminó el año pasado: con cuatro mujeres muertas en 19 días, después de un diciembre negro oscuro que dejaba 11 asesinatos. 

Las muertes por violencia machista suponen la manifestación más trágica de la desigualdad entre hombres y mujeres y, muchas veces, el desenlace fatal de historias llenas de sufrimiento, de maltrato, de violaciones, de acoso sexual. Y mientras hoy probablemente lleguemos a las 200 revisiones a la baja de las condenas de agresores sexuales por la Ley del solo sí es sí, les quiero hablar de Enheduanna. Fue una princesa y sacerdotisa mesopotámica que está considerada como la primera autora de la Historia. Escribió y firmó poemas religiosos y amorosos que datan de hace 4.300 años. Pues bien, en esos textos realizados en sumerio, ella ya describe episodios de acoso sexual por parte del rebelde Lugalanne a quien señalaba porque «¡se ha atrevido a acercarse a mí en su lujuria!». Si la hija del rey Sargón I ya hablaba de abuso entonces y cuatro milenios después seguimos combatiéndolo, ¿será que la lucha contra la violencia de género es una batalla perdida? No, queridos. Yo no me rindo.