Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Reino y provincia

25/12/2020

Se cumple ahora un año del primer acuerdo municipal con el que se pretendía impulsar la revisión constitucional y dotar a las provincias de León, Zamora y Salamanca de su propia Autonomía. El viejo Reino de León. El pistoletazo de salida lo dio el Ayuntamiento de León y desde entonces se han sumado a esta iniciativa 44 ayuntamientos, casi la mitad de la población leonesa. En las otras dos provincias la propuesta no ha tenido seguidores y todo se reduce al juego de la clásica política de gestos, esa especie de desahogo con el que algunos políticos tratan de enmascarar la ineficacia. La inutilidad de la apuesta segregacionista, puesto que ningún partido político nacional la respalda, no oculta, sin embargo, el sentimiento de hostilidad que persiste en una parte importante de la población leonesa hacia la configuración autonómica actual. Asunto no despreciable y que debería de ocupar, además de preocupar, a los gobernantes autonómicos.

Pero a todo hay quien gane. Rizando el rizo, UPL, promotor de la iniciativa, ha logrado el único apoyo del bercianismo en la localidad de Torre del Bierzo, a cambio de incluir la reivindicación de que la única comarca de Castilla y León reconocida como tal supere su actual estatus y sea convertida provincia.

Cuatro profesores de la Universidad de León, autores del documento técnico Iniciativa Autonómica Leonesa, no lo ven ni medio claro. Consideran que la pretensión es un error de bulto, porque “la figura administrativa que lleva fondos a un territorio es la comunidad autónoma, no la provincia”. Ven a Ponferrada más bien como un distrito y resumen esta configuración ficticia en un incremento de 500 funcionarios para gestionar 500 millones de euros. Más allá de la solvencia de estos expertos, sin duda reconocida y a la que nada puede oponer quien suscribe por ignorancia en el tema, lo que causa sarpullidos es que la revitalización económica pueda concebirse con la inutilidad de más burocracia y la sangría del empleo público, sumando así ineficacia y gasto.

A nadie se le oculta que en el fondo todo esto carece de importancia. Reino y provincia son quimeras. Pero algunos hasta pueden creer que están ocupados en algo importante. Incluidos quienes escribimos sobre el asunto.