Maricruz Sánchez

Plaza Mayor

Maricruz Sánchez


Eterno

21/01/2022

Antes de nuestros padres y de nuestros abuelos, y mucho antes de nosotros mismos. Majestuoso e imponente, el roble centenario del bosque de Las Mijaradas ya hundía sus raíces en la tierra burgalesa en la que aún permanece en tiempos pretéritos. ¿Desde cuándo ocupa su lugar? Es difícil saberlo. Pero, lo que está claro es que, en veteranía en este mundo, nos gana a todos los que ahora lo habitamos.

Este noble árbol hoy está muerto. Así lleva al menos varios años, como dicen las gentes que lo conocen y que han pasado a su vera muchas veces. Y, para mayor escarnio, está marcado, como si de un criminal de guerra se tratase. Una enorme inicial ocupa su tronco. Una M gigante, de color verdoso, que bien podría ser la primera letra de la palabra Muerte pero que, en realidad, parece ser el emblema de su asesino. 

Eso es lo que cuentan los lugareños, que un hombre cuyo apellido empieza por M, no paró hasta que lo aniquiló. Al parecer, su presencia le molestaba. Quizá su enorme sombra perjudicaba a sus cultivos, quizá su gran volumen empequeñecía su finca...

Sea cual fuere el dudoso motivo, una persona decidió que el tiempo del roble centenario de Las Mijaradas había llegado a su fin. No importaba su belleza, su función natural respecto a las otras especies vegetales y animales. Sin ser merecedor de un juicio justo, se firmó su sentencia de muerte de manera irreversible. Así, un buen día, dejó de vivir y pasó a ser un mero trozo de madera.

Sin embargo, y aunque es evidente que se ha intentado hacerlo caer, permanece en pie solemnemente. Los cortes bruscos que luce su noble corteza no han sido suficientes para tumbarlo. Sus profundas raíces resisten y lo mantienen en pie, en la tierra de su asesino, la que habitaba mucho tiempo antes que quien lo mató. Y allí sigue, como ejemplo de la ignorancia y de la fuerza de la naturaleza. Eterno.

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