¿Nos dejamos llevar por la inercia o tomamos decisiones propias? ¿Escribimos el guion de nuestra vida o seguimos las pautas que establecen los demás, la sociedad en su conjunto? Este verano, son muchas las marcas que parecen haberse aliado para lanzar reflexiones existenciales, en un intento por estimular el engranaje mental adormecido tras meses de restricciones y, ya de paso, relanzar las ventas de sus productos. 

Cervezas con mucho acento, que reivindican las raíces y las expresiones populares como la esencia de toda una tierra. Bebidas espirituosas que invitan a descubrir en una playa el amor verdadero, dejando atrás los tópicos y jugando con los versos. Nuevos modelos de teléfonos móviles con cámaras ultra avanzadas, para captar al máximo cada emoción recuperada tras el confinamiento.

Entre todas estas campañas, las mencionadas y las que me dejo en el tintero por falta de espacio, una me llamó poderosamente la atención. A cargo de una firma muy nuestra, San Miguel, tiene por objeto poner en valor su cerveza Magna. Esto no es publicidad encubierta, se lo aseguro, solo es una merecida mención a un trabajo de marketing desde mi punto de vista bien hecho.

La marca propone que veamos nuestra vida como una serie. Una ficción en la que el guionista es uno mismo, en la que cada cual elige quiénes son los protagonistas, los personajes secundarios, las localizaciones, la banda sonora y, claro está, marca la cadencia del argumento. En definitiva, te invitan a escribir el guion de tu propia vida, sin conformarte con lo que te ofrecen por sistema sino eligiendo lo que realmente quieres.

Conozco a muchas personas que se han dejado mecer por la corriente, con comodidad, en el amor, en el trabajo, en los estudios, en las amistades, sin rechistar. Lo difícil es escribir el guion y atreverse a interpretarlo. Lo fácil, seguir el que te han dado hecho.